Por otra parte, aunque contaron con un trabajo o un vínculo laboral, la población ocupada en el país tuvo un menor nivel de ingresos: mientras que el número de trabajadores con ingresos de hasta 1 salario mínimo subió ligeramente, la cantidad de personas ocupadas que ganó más de un salario mínimo disminuyó, y el número de trabajadores que no recibió ingresos a pesar de mantener un vínculo laboral creció en casi 1 millón de personas.
Las cifras presentadas en la ETOE de mayo 2020 muestran que, aunque puede que se estén recuperando algunos empleos perdidos durante el impacto inicial de la pandemia, éstos se están generando en condiciones de mayor vulnerabilidad: el incremento en empleos durante mayo fue en empleos informales, mientras que la cantidad de empleos formales en la economía – aquellos que proporcionan derechos laborales, seguridad social y otros beneficios y prestaciones que brindan mayor certeza y nivel de vida a las personas – sigue a la baja.
Además, los empleos creados fueron empleos con bajo nivel de ingreso. Así, en el quinto mes del año casi 60% de la población del país – 58.8%, específicamente – tuvo ingresos laborales insuficientes para adquirir el valor de la canasta alimentaria urbana, es decir, estuvo en situación de pobreza laboral.
Frenar la eliminación de empleos en la economía no debe ser la única prioridad, sino que se deben otorgar apoyos y facilidades para que, al iniciar la recuperación económica, los empleos generados den a las personas los beneficios laborales requeridos por ley y los ingresos necesarios para cubrir sus gastos.