Países como Corea del Sur e Irlanda han logrado un desarrollo sostenido con base en la llamada “economía del conocimiento”, logrando para sus habitantes lo que hace algunas décadas parecía imposible. Así, en 1960 el producto interno bruto per cápita de Corea del Sur era 2.5 veces menor que el de México. Cuatro décadas después, esta situación ha cambiado dramáticamente. En 2003 el PIB per cápita de Corea ya era más de dos veces superior al de nuestro país.
Las causalidades del crecimiento coreano son una fuerte apuesta e inversión en la educación y la capacitación, el impulso a la innovación científica a través de una política intensa de investigación y desarrollo, la construcción de una infraestructura de la información moderna y accesible, así como el ensamble de los factores anteriores a través de una política pública institucional que propicia la estabilidad económica y facilita el florecimiento de inversiones relacionadas con el conocimiento.
La fuerza de trabajo deber estar integrada por trabajadores calificados y educados, capaces de actualizar y adaptar sus habilidades para crear y utilizar el conocimiento de forma eficiente. Los sistemas de educación y formación abarcan la enseñanza primaria y secundaria, entrenamiento vocacional, enseñanza superior, formación profesional y aprendizaje permanente.
Infraestructura de acceso a la información y las telecomunicaciones. Una moderna y adecuada infraestructura de información facilitará la comunicación, difusión y procesamiento de la información y el conocimiento. Las tecnologías de la información y comunicación incluyendo teléfono, televisión, radio y redes, son la infraestructura esencial de las economías globales basadas en la información de nuestro tiempo, así como los ferrocarriles, las carreteras y los servicios públicos lo fueron en la era industrial.
El sistema de innovación. Un eficaz sistema de innovación está compuesto por empresas, centros de investigación, universidades, consultores y otras organizaciones que generan nuevos conocimientos y tecnología, aprovechan el creciente stock de conocimiento global y los asimilan para adaptarlo a las necesidades locales.
La inversión pública en innovación, ciencia y tecnología abarca una amplia gama de infraestructuras y funciones institucionales, desde la difusión de las tecnologías básicas hasta las actividades de investigación avanzada.