La idea del éxito a partir del esfuerzo, la educación y el trabajo honesto es reciente, apenas en el periodo de las dos grandes guerras, que dejó la sensación de que se había vencido a un poder maligno a favor de los mejores sentimientos de la humanidad y por eso lo que venía a continuación era la prosperidad, la justicia y el avance de la tecnología a favor de todos.
¿Qué tal vamos hasta ahora? Si hacemos el repaso de lo que vino después, ese clima de crecimiento para un buen futuro no se parece en nada a lo que vivimos en estos momentos.
Preocupa la pérdida de empleos, preocupa la caída en la inversión, preocupa que la pandemia ha desnudado la carencia de un sistema de seguridad social suficiente (público o privado) y la carencia de empleos con las mínimas condiciones para ayudar a quienes los desempeñan en caso de emergencia. Sin embargo, lo que nos debe ocupar es cómo vamos a reparar todo un entorno económico que ya no funciona.
Llegó el momento de dialogar acerca de la economía que necesitamos para el futuro, antes de que la vacuna para el COVID-19 nos haga pensar que esta crisis nunca ocurrió. Ahora que ya sabemos claramente lo que ocurre con este sistema, hagamos el esfuerzo por adaptarlo al Estado de Bienestar con el que siempre andamos soñando despiertos.
Porque una economía sostenida de servicios y con una enorme base de colaboradores en situación precaria no va a aguantar otra epidemia, ni siquiera de varicela. Aunque parezca increíble, es posible que las aplicaciones de transporte privado salgan con números negros, gracias al ejército de repartidores semi esclavizados que no ha parado de entregar comida durante toda la contingencia.
Pero no van a ser las únicas empresas que aprovecharán esta inédita crisis. Supermercados, tiendas de conveniencia, farmacias, las grandes tiendas virtuales y las plataformas de contenido saldrán fortalecidas en lo económico y darán el salto hacia el comercio electrónico que no habían podido lograr en años.