Ante las circunstancias climáticas actuales, el cisne verde hace referencia a la existencia de eventos, visibles sólo para algunos, que pueden llevarnos, eventualmente y sin darnos cuenta, hacia un desastre ambiental y financiero mundial. Esta metáfora es creada a partir del cisne negro de Nassim Taleb del 2007.
Una buena cantidad de Bancos Centrales y autoridades reguladoras han reconocido que el cambio climático es una amenaza para la estabilidad financiera de sus naciones y han dado sus primeros pasos para integrar los riesgos climáticos dentro de sus prácticas de supervisión y cumplimiento. En nuestro país, Banxico y el sector bancario han empezado a generar pruebas piloto de estrés para evaluar cuál sería el impacto de sequías o inundaciones en sus balances.
Desafortunadamente, considerar variables climáticas en los modelos económicos y en pruebas de estrés financiero aún se encuentra en una etapa de desarrollo. De hecho, aquellas instituciones financieras que han aceptado su exposición a los riesgos climáticos se ven en la necesidad de buscar o crear bases de datos confiables, generar programas de cómputo y modelos ad hoc, e invertir recursos ante la falta de capacidades técnicas de sus colaboradores para monetizar este tipo de riesgos.
Además, los estándares y metodologías para identificar un riesgo climático representan un desafío para el mercado; particularmente, en términos de comparabilidad y coherencia entre diferentes marcos regulatorios.
Climate Finance Leadership Initiative emitió en 2019 el informe Financing the Low-Carbon Future, donde se describe con detalle que es el riesgo climático y el papel de las finanzas privadas para anticiparlo y enfrentarlo. El informe presenta cinco retos para lograr movilizar los recursos financieros privados hacia al proceso de transición a una economía baja en carbono. En uno de ellos se reconoce que muchas de las herramientas analíticas enfocadas al entendimiento del riesgo climático todavía están evolucionando y a menudo carecen de estandarización en cuanto a métricas, escenarios y alcance.
Un reciente desarrollo analítico, digno de mencionar, es el Climate VaR. Este modelo totalmente cuantitativo ofrece una perspectiva diferente sobre cómo el cambio climático afectaría la valuación de empresas. El modelo intenta medir y generar estrategias para una adecuada administración de riesgos frente a la exposición a diferentes escenarios climáticos extremos.