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El hidrógeno verde es una apuesta para garantizar el bienestar energético

El hidrógeno verde nos permitirá alcanzar un objetivo ambicioso: mitigar el cambio climático y alcanzar las metas de carbono-neutralidad en 2050, opina Rodrigo Osorio.
mié 05 agosto 2020 01:00 AM

(Expansión) – El bienestar energético es aquel equilibrio que promueve la creación de valor social, ambiental y económico en una transición energética justa y planificada. Alcanzar tal ideal requiere de esfuerzos de diferente índole, desde desarrollos tecnológicos hasta innovaciones en finanzas sustentables.

Uno de los progresos más prometedores para que el bienestar energético sea una realidad es el hidrógeno verde, el cual implica la posibilidad de generarlo a partir de fuentes de energía renovable. Aunque pareciera un desarrollo emergente, hoy en día hay proyectos de hidrógeno verde en marcha, los cuales pueden servir como ejemplo para que en México se despierte el interés por impulsar inversiones en esta innovación tecnológica.

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El hidrógeno ha sido un combustible esencial para el funcionamiento del sistema energético global desde hace varias décadas. El primer desarrollo excepcional de este combustible fue utilizarlo como fuente de propulsión de cohetes espaciales por la NASA en la década de los ’60, lo cual hizo posible el viaje a la luna. Desde entonces, su uso se ha concentrado más en la refinación de petróleo, lo cual ha triplicado su demanda desde 1975 de acuerdo con la Agencia Internacional de Energía.

El hecho de ser generado a partir de combustibles fósiles hace que tenga una alta emisión de gases de efecto invernadero (GEI). La Agencia Internacional de Energía Renovable reportó que tan sólo en 2018, se emitieron 830 millones de toneladas de CO2, lo equivalente al doble del total de emisiones de México, aproximadamente.

Actualmente, nos encontramos ante una oportunidad tan ambiciosa como los viajes espaciales: la posibilidad de generar hidrógeno a partir de fuentes renovables, por eso la denominación de “hidrógeno verde”. Estas expectativas se fundamentan en tres factores de acuerdo con el Consejo Global de Hidrógeno.

El primero es la caída de costos de generación eléctrica solar y eólica. Segundo, las metas para alcanzar cero emisiones de carbono en 2050 hacen del hidrógeno una pieza clave para lograrlo. Tercero, la reciente pandemia del COVID-19 expuso la necesidad de mejorar la resiliencia de nuestras economías y cadenas de valor, algo que sólo puede alcanzarse mediante un desarrollo sustentable.

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El avance tecnológico del hidrógeno verde no está sólo al alcance de países desarrollados. En América Latina, varios países han mostrado interés en impulsar este sector. Entre ellos, Chile se ha posicionado como un líder que se encuentra hoy, durante la pandemia, desarrollando su Estrategia Nacional de Hidrógeno Verde. Este plan tiene como meta hacer del hidrógeno verde un combustible competitivo para el año 2030. Además, la apuesta del país andino busca disminuir la dependencia de la minería del cobre.

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De la misma manera, países productores de petróleo, como México o Brasil, podrían aprovechar el hidrógeno para reducir su dependencia en los hidrocarburos. La estrategia chilena es sin duda ambiciosa, ya que contempla cuatro ejes para un progreso acelerado bajo un enfoque de bienestar energético: transferencia de conocimiento, fomento a la producción y exportación, regulación, y desarrollo social y territorial.

La industria del hidrógeno verde tiene el potencial de generar valor social, económico y ambiental a partir de la mejora de ecosistemas en áreas como capital humano, infraestructura, modelos de negocio, o diversificación productiva; otros países latinoamericanos lo saben.

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Colombia, en este momento, tiene abierta una licitación para la investigación, desarrollo e innovación de cuatro áreas prospectivas de producción de hidrógeno. Paraguay está diseñando una ruta estratégica, de la mano del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), para el uso de este combustible en el sector de transporte. Argentina abrió, hace más de 10 años, la primera planta de hidrógeno verde en el mundo.

El hidrógeno verde nos permitirá alcanzar un objetivo mucho más ambicioso que llegar a la luna: mitigar el cambio climático y alcanzar las metas de carbono-neutralidad en 2050. En México tenemos la ventaja de nuestro amplio potencial en energías renovables, las cuales son un factor clave para la industria del hidrógeno verde.

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Su desarrollo requiere del apoyo directo gubernamental para mejorar su competitividad. Es decir, se debe adoptar un enfoque que guíe el avance tecnológico del hidrógeno verde con regulación actualizada y subsidios focalizados que tracen una ruta resiliente para su adopción.

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Al igual que ciertos países latinoamericanos, debemos asumir que el hidrógeno verde es una apuesta que trasciende gobiernos actuales e implica un esfuerzo intergeneracional para garantizar un bienestar energético. México no debe quedarse atrás.

Nota del editor: Rodrigo Osorio es titular de la Agencia Estatal de Energía de Puebla. Síguelo en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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