Josefa González-Blanco, quien fuera la primera Secretaria del Medio Ambiente y Recursos Naturales de la actual administración, no salió del gabinete por retrasar la salida de un avión sino, en realidad, por una acalorada discusión con AMLO por su negativa a recortar el gasto en una de las áreas que requería de recursos ante una potencial emergencia, lo que provocó que la relación entre ambos se descompusiera. El avión fue solo un pretexto. La confianza ya estaba bastante deteriorada.
Por su parte, Carlos Manuel Urzúa, entonces Secretario de Hacienda, decidió decir adiós bajo el argumento de que se tomaban decisiones sin el suficiente sustento.
Ahora, con la pandemia, el gobierno ha endurecido su postura alrededor de su modelo de país pero, también, se ha intensificado el caos en las finanzas y las rencillas en cuanto al alcance de las políticas públicas. En pocas palabras, se ha dicho mucho de la llamada cuarta transformación pero ésta carece de planeación. Hay ideología y motivaciones. Falta mucha estructura para medir metas y objetivos.
Ejemplos: el Plan Nacional de Desarrollo (PND) 2019-2024 resulta ser más una declaratoria política y se elaboró sin contemplar una pandemia (nadie podría haberlo imaginado, pero las proyecciones estaban orientadas bajo condiciones muy distintas a las que ahora existen); las metas del PND se contradicen con su anexo (el plan sostiene que no habrá más impuestos y el anexo proyecta incrementar la recaudación), hace apenas unos días (5 de agosto) AMLO aprobó el Programa Nacional de Financiamiento del Desarrollo 2020-2024, al tiempo que no hay una concordancia entre los programas sectoriales y el PND.
Por tanto, el PND ya no es aplicable tal y como se planteó. Tiene que recibir ajustes. Dicho documento, además, no contempla los planes estatales de desarrollo. Quizá valdría la pena considerar un adendum con perspectivas post COVID-19. Pero también replantear algunas políticas públicas que se adecúen al momento. Como lo confesó Carlos Manuel Urzúa en su carta de renuncia, toda política económica debe realizarse con base en evidencia cuidando los diversos efectos que ésta pueda tener y libre de todo extremismo, sea éste de derecha o izquierda.
Paradójicamente, la planeación es la base de las economías socialistas desarrolladas (Rusia, China, por ejemplo). Pero México está en el limbo. Ni en el neoliberalismo para promover el ejercicio de la inversión con motivaciones económicas, ni en la planeación del objetivo social. Una gran contradicción.