Pero, por lo visto, hay quienes prefieren someterse a los designios de alguien más.
El Congreso se ha convertido en la correa de transmisión de Andrés Manuel López Obrador. Los pocos cuestionamientos son trompetazos a medianoche. La mayoría legislativa se asume como militante de la llamada cuarta transformación y eso nos lleva de vuelta a los tiempos del partido hegemónico, donde lo que importa es impulsar el proyecto del presidente y no la representación popular. Es un parlamentarismo inexistente.
Los legisladores no han estado a la altura de la coyuntura. Así, no hay una auditoría en tiempo real que, aunque no esté contemplada en la normatividad reglamentaria vigente, resulta fundamental ya que la Auditoría Superior de la Federación (ASF) ha manifestado un retraso en sus auditorías debido a la contingencia por la pandemia, con todo y que cuenta con las herramientas para llevar a cabo la fiscalización.
Ahora es cuando la ASF debería enfocarse a la revisión de compras y gastos para verificar que efectivamente los recursos están cumpliendo con su propósito. La Comisión de Vigilancia de la Cámara de Diputados tiene la facultad de llamar a rendir cuentas al auditor, pero no lo ha hecho (y por el estilo de legislar que se observa, no se contempla que lo haga).
No hay seguimiento legislativo a las acciones tomadas frente a la pandemia. El Consejo de Salubridad General ha sido anulado, Hugo López-Gatell resulta ser el factótum en materia sanitaria y el Congreso no dice nada al respecto. Y tampoco se escucha la voz de los estados en las curules.
Urge que el Congreso dé a conocer su agenda legislativa para la coyuntura excepcional. No se trata de seguir las indicaciones del presidente y declarar periodos extraordinarios de sesiones en aras de obsequiarle a AMLO lo que guste. El contexto obliga a la promulgación de leyes por parte del Congreso para activar medidas extraordinarias. ¿Dónde están?
Las expectativas, sin embargo, son muy pesimistas. Según la opinión de estudiosos del Congreso, hay una carencia de técnica legislativa entre senadores y diputados. A eso responde que muchas de sus iniciativas cuentan con defectos jurídicos, por lo que después terminan en la Corte. Hay un deterioro en la calidad de las leyes, mucha deficiencia técnica en piezas legislativas. Es común, incluso, que economistas, abogados, analistas, acudan a las comisiones de trabajo del Congreso para tratar de entender las aberraciones que pululan en muchas iniciativas.