Nelson Mandela decía "Erradicar la pobreza no es un acto de caridad, es un acto de justicia". En un país donde más de la mitad de la población no tiene asegurada alimentación, vivienda, salud, ni educación, en el que además se vive en pobreza extrema y les son negados los derechos humanos básicos a miles de personas, es imposible hablar de justicia o paz.
Necesitamos políticas públicas eficientes y eficaces que combatan la pobreza estructural que vive nuestro México, no dádivas, sino programas que verdaderamente rompan el ciclo de pobreza y generen las oportunidades suficientes para el desarrollo integral de las personas. Estas deben generar corresponsabilidad entre el beneficiario y la sociedad, dar dinero sin corresponsabilidad es condenar a las personas a seguir viviendo en abandono social, lo que se deben generar son oportunidades, no entrega de recursos.
Requerimos seguridad; la sociedad en el pacto constitucional le entregó al Estado el monopolio de la fuerza, esto significa que está encargado de salvaguardar y garantizar la seguridad de todas las y los mexicanos. En este sentido, su deber generar entornos seguros a partir de políticas públicas, policías municipales, estatales y federal.
Para lograrlo, necesitamos policías capacitadas, con un trato digno, buenos sueldos y bien equipadas, en pocas palabras, que puedan llevar a cabo su trabajo de forma eficiente. Esto quiere decir que mantengan el orden público, que puedan perseguir los delitos y generar la investigación correspondiente para que el Poder Judicial emita el juicio con todas las herramientas necesarias a la persona que se le acusa de haber cometido un delito. Así, con base en pruebas podrían aplicar la ley a un caso concreto, mientras que la víctima reciba la reparación a la que tiene derecho; sin corrupción.
Cero impunidad, significa sencillamente legalidad, que las policías preparadas hagan su trabajo, que la ley sea justa y aplicada a cabalidad. Que aquel que vulnera el Estado de Derecho tenga una consecuencia a sus actos.
Si alguno de estos puntos no se cumple, es imposible hablar de justicia y mucho menos de paz. Todo esto ha generado una gran impunidad, lo que significa que nueve de cada 10 delitos no tienen consecuencias, generando una sensación de inseguridad en la población y transmitiendo además un mensaje perverso a aquellos que están dispuestos a no respetar las leyes de que estarán a salvo, pues las probabilidades de ser "atrapados" son casi nulas.