A partir de la nueva administración, que entrará en vigor en enero del 2021, veremos nuevas empresas, o las que están actualmente en el mercado energético estadounidense, migrando a un nuevo modelo de negocio.
Tendrán una ventaja competitiva respecto a los mercados en donde las políticas públicas en energía están ligadas a la industria de los hidrocarburos y no a la mejor forma de aprovechar a las energías primarias en un periodo más largo.
En el país de las barras y las estrellas, la nueva visión de la próxima década para la misión del 2050 contempla reducir la brecha de la energía rechazada (no utilizada) por debajo del 50%. Actualmente del total de energía primaria tomada y transformada solo se aprovecha en 33% y la diferencia desperdiciada -principalmente por las tecnologías que actualmente hay para consumir a todos los portadores de energía (combustibles – electricidad), cuya bajo eficiencia tiene como resultante calor (energía)- es enviada al ambiente, causando el cambio climático.
El objetivo que la nueva administración en Estados Unidos adoptará es revertir la pérdida y la mala utilización de las energías primarias, lo cual traerá menor compra y utilización del petróleo crudo.
Estados Unidos se está moviendo en la dirección correcta, pero con demasiada lentitud y con la nueva administración podrán realizar, en un menor tiempo, las bases para el cambio, que deberá concluir en el 2050.
Lo lograrán aprovechando la inversión en nuevas tecnologías en el transporte, disminuyendo la cantidad de petróleo tomada de la naturaleza y con ello disminuir la cantidad de calor que emane a la atmósfera por los escapes el calor que proviene de la combustión, migrando a carros híbridos, eléctricos y posteriormente a eléctricos con hidrogeno. Pero dependerá de la forma en que se genere la electricidad en función de la materia prima o de los recursos que tomen de la naturaleza.
La nueva misión de ese país es tener una eficiencia energética en un modelo de negocio nuevo que incremente las inversiones y recupere los empleos que la industria de hidrocarburos ha perdido este año a través de la generación de nuevas profesiones, técnicos o administrativos alineados en aprovechar de una mejor forma las energías primarias.