En el primer caso se sigue pensando que los privados causaron daños a la Comisión Federal de Electricidad (CFE), cuando el operador del sistema es el Centro Nacional de Control de Energía (Cenace).
En el segundo, dichos apoyos –violatorios de los principios de subsidios ilegales conforme a tratados internacionales–, son clara señal de que Pemex tiene serios problemas financieros y, por ende, que la política instaurada para su rescate tiene tintes de fracaso anunciado.
En ambos casos, todo deriva de un memorándum que busca la soberanía energética. En ambos casos, el error de pensar que el Estado lo puede todo es todo nuestro, como será todo nuestro el fracaso de la política energética.
El bien común del sistema eléctrico en manos de la ideología del pasado. En lugar de reforzar e invertir en líneas eléctricas, un inexistente incendio en Tamaulipas derriba al sistema eléctrico de la décimo quinta economía mundial. El culpable –como anillo al dedo– son las renovables.
Probablemente tengan razón en materia energética; en México respetamos tanto la soberanía nacional, que el apagón es solo un botón de muestra; por ello el fracaso de la política energética será soberanamente nuestro y de nadie más.
Paralelamente se conforma una alianza política sobre la cual el partido en el poder señala, mediante discursos idénticos de diversos funcionarios públicos, que dicha alianza significa “un retroceso atroz al pasado”.
Queda preguntar, ¿de qué época están hablando? En materia energética, lo que veo hoy es una política dogmática de corte Echeverrista o Lópezportillista donde, nuevamente, el fracaso fue todo nuestro. Soberanamente nuestro.
En materia energética, lo que veo es fundar decisiones de un sistema complejo como el sistema eléctrico nacional en dogmas e ideas propias de la expropiación petrolera, cuando la electricidad no es un recurso natural, sino un complejo producto industrial.
Soluciones técnicas, legales y operativas existen para que los apagones no existan, pero el manejo político, electoral y mediático de los errores, pifias y ocurrencias, es lo que hoy gobierna a México.