Se debe entender, en conjunto y sin dogmas, lo mucho que se puede lograr en beneficio de la soberanía energética, si se implementa el concepto del Bien Común.
El Bien Común significa, de forma resumida, todo aquello que importa a la sociedad plural y en su generalidad.
El Bien Común en el sector energético no son las políticas públicas sectoriales, ni las creencias de la Secretaría de Energía.
El Bien Común en el sector energético no es la Comisión Federal de Electricidad (CFE), no es Petróleos Mexicanos (Pemex), no lo son las empresas privadas participantes, ni los proyectos amparados por contratos. Son todos.
Dada su importancia, el Bien Común –que no es ajeno ni nuevo en el vocabulario político global, pero generalmente está mal usado para fines del Estado–, tiene que entenderse de una forma multidisciplinaria para evitar que se vulnere su reconocimiento y protección.
El reto es hacer que las empresas estatales vuelvan a convertirse en el eje sectorial deseado y que ello sea analizado desde una perspectiva económica, legal, actual, real, operativa, financiera y de eficiencia, para tener recursos para justicia distributiva.
Precisamente sobre todo lo anterior está basado mi investigación documentada desde el 2007.
Hoy, como nunca antes, el concepto de Bien Común ha cobrado relevancia en el quehacer sectorial y político energético de México, pero debemos ser muy cuidadosos.