Sin embargo, llegando al final del año, con los grandes impactos económicos de la pandemia y con la esperanza puesta en las recientes vacunas creadas por importantes laboratorios farmacéuticos, hay un área que requerirá mayor atención por parte de empresas, gobierno, empleadores e intermediaros financieros: la salud financiera de los trabajadores.
Y caso aparte deberá ser el bienestar financiero de las mujeres, quienes se ven afectadas por dinámicas de inequidad de género que aún permean múltiples aspectos de nuestra sociedad. Si lo ponemos en un tema estadístico, un trabajador promedio toma de 3 a 6 horas laborales semanales pensado en su situación financiera, pero si hacemos un análisis mucho más profundo, lo que vamos a encontrar es que el tiempo que ellas asignan a estos tópicos es mayor.
La estadística nos habla que destinan alrededor de 15 horas mensualmente a preocuparse en cuestiones de dinero comparada con los hombres que destinan 12 horas y una de cada 5 le dedica más de 20 horas a estas cuestiones.
Las mujeres tienen necesidades y situaciones distintas que, sin duda, las ponen en una situación de más vulnerabilidad ante el escenario económico actual, teniendo grandes desventajas en temas financieros. Ellas son las primeras en la línea cuando se habla de cuidar niños y enfermos, de realizar trabajos del hogar no remunerados, incluso son las primeras en dejar de lado sus carreras y trabajos si la crianza de los niños lo requiere.
A esto hay que agregar que su esperanza de vida es mayor a la de los hombres; datos del Consejo Nacional de Población (Conapo) señalan que para el 2030, la esperanza de vida del género femenino será de 79.6 años, mientras que para el masculino será de 73.8 años.
Las mujeres tienen desafíos financieros únicos que no necesariamente las corporaciones están abordando, por ello, es de vital importancia que las firmas empiecen a implementar herramientas y estrategias que permitan a sus colaboradoras afrontar los retos venideros y alcanzar sus metas en cada etapa de su vida profesional y personal.
¿Y qué pueden hacer al respecto? Sin duda, deben tener en cuenta el contexto socioeconómico por el que estamos pasando y entender que el costo de vida se incrementa constantemente, lo que disminuye el poder adquisitivo de sus colaboradoras, así como el valor de sus activos. Por ello, deben ayudarlas a abordar cuestiones financieras de corto y largo plazo, de esta manera, si ellas tienen menos preocupaciones y distracciones económicas, los empleadores se beneficiarán de una fuerza de trabajo más enfocada, comprometida y productiva.
Asimismo, aquellas que ofrecen prácticas de bienestar financiero específicas de género estarán más orientadas a lograr una mayor equidad al interior de la corporación, a diferencia de las que no lo hacen.