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Las preguntas retóricas de AMLO

¿Cuánto tiempo pasará antes de que este presidente empiece a lidiar con sus propios errores de comunicación?, cuestiona Mario Maraboto Moreno.
mié 24 febrero 2021 12:03 AM

(Expansión) - Una técnica discursiva que emplea una gran cantidad de políticos en todo el mundo es la denominada “pregunta retórica”, que el Diccionario de Retórica y Poética (Porrúa, 1985) explica como una “figura de pensamiento por la que el emisor finge preguntar al receptor, consultándolo y dando por hecho que hallará en él coincidencia de criterio; en realidad no espera respuesta y sirve para reafirmar lo que se dice.”

Se trata de preguntas cuyo sentido principal es generar, con la misma pregunta, un argumento más para lo que el emisor busca decir. Simula un diálogo o una consulta con el interlocutor, pero se da por hecho que la audiencia es del mismo parecer que el emisor.

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Un ejemplo de ello son los mensajes de George W. Bush, luego del ataque a las Torres Gemelas; refiriéndose a Saddam Hussein expresaba: “¿tiene algún sentido para el mundo que esperemos a confrontarlo mientras él se vuelve más fuerte y desarrolla armas aún más peligrosas?”. Como es sabido, Bush persuadió a casi todo el mundo de que Hussein poseía armas de destrucción masiva.

Esta técnica de comunicación también es utilizada en los talleres de capacitación a voceros para instruirlos sobre cómo poner énfasis y centrar al reportero en el mensaje clave que se quiere transmitir; la técnica permite al vocero eludir preguntas incómodas y elaborar un “puente” hacia su zona de confort, que es aquella en donde se centra su mensaje principal. Es una forma exitosa de comunicar, aunque muchas veces el mensaje no sea del todo verdadero o comprobable.

Las preguntas retóricas tienen una doble vertiente: por un lado, quien responde a un cuestionamiento con una pregunta retórica lo hace en ánimo de poner en duda la validez del cuestionamiento y/o la autoridad de quien lo formula; por otro lado, las preguntas retóricas no cancelan del todo la posibilidad de una réplica o una re-pregunta por parte del receptor, quien decide si acepta la pregunta retórica como una forma de aserción (como es la intención del vocero) o si usa el propio argumento interrogativo para reformular o repreguntar en busca de obtener una verdadera respuesta por parte del vocero.

Una variante a esta técnica de comunicación es cuando se logra que uno o varios reporteros, de forma acordada, sean quienes hagan preguntas a modo para que las respuestas sean las que el vocero quiere transmitir. Esto ocurre generalmente en conferencias de prensa y en entrevistas “banqueteras”.

Claro ejemplo de ello son las llamadas “mañaneras” del actual presidente de México: cuando no es el propio mandatario quien formula una pregunta retórica, son los “reporteros” afines, a quienes previo acuerdo, mayoritariamente se les da el uso de la palabra para formular la pregunta para lucimiento del presidente. Por ello no fue extraño que cuando la Secretaria de Gobernación encabezó estas reuniones en ausencia de AMLO, aparentemente ajena a la dinámica y acuerdos del Coordinador de Comunicación de la Presidencia con dichos medios, solicitó “a ver, ¿alguien de Reforma y de El Universal? para que podamos también tener aquí a los diarios más importantes” (enero 27).

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El empleo de esta técnica ha permitido al gobernante evadir públicamente temas de verdadero interés nacional; le ha sido útil para reforzar su posicionamiento ideológico, enfatizando más su postura de líder político de Presidente de México; le ha facilitado la evasión de la realidad y la de defender a quienes son señalados por corrupción y nepotismo dentro de su propio gobierno, y le ha posibilitado justificar sus decisiones erróneas incluyendo la de no modificar la estrategia de combate a la pandemia, entre muchos otros ejemplos.

Con base en preguntas retóricas, la actual comunicación del gobierno federal ha pasado dos años centrada en enfatizar que en este país ya se acabó la corrupción, que ha disminuido la delincuencia, que todo lo malo del presente se debe a administraciones anteriores, que vamos bien en la economía, que ya estamos saliendo de la pandemia y que este gobierno no es autoritario, entre otras falacias.

Vale recordar que el gobierno anterior pasó sus dos primeros años de gestión enfatizando las reformas estructurales hasta que tuvo que empezar a lidiar con los problemas de su propia comunicación por los casos de masacres y corrupción.

En alguna ocasión el entonces presidente del gobierno español, Felipe González, expresó que “siendo jefe de Estado, no importa tanto meter la pata, sino sacarla rápido, pues los errores del presidente calan directo en la población”.

¿Cuánto tiempo pasará antes de que este presidente empiece a lidiar con sus propios errores de comunicación? ¿Cuánto más para que la población que mayoritariamente votó por AMLO empiece a sufrir las consecuencias de la necedad del presidente de no rectificar en sus errores?

Son preguntas que no tienen nada de retórica.

Nota del editor: Mario Maraboto Moreno es Licenciado en Periodismo por la UNAM. Investigador Asociado en la Universidad de Carolina del Norte. Autor del libro "Periodismo y Negocios. Cómo vincular empresas con periodistas". Consultor en Comunicación, Relaciones Públicas y situaciones especiales/crisis desde 1991. Escríbele a su correo mmarabotom@gmail.com y síguelo en Twitter . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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