¿Qué grandes retos representarán estos cambios para las marcas que se crearon y crecieron enalteciendo a un personaje con conviriténdolo en símbolo? La pérdida de estos embajadores de marca no es algo que pueda tomarse a la ligera. Según un informe de la Comisión Federal de Comercio de 2012, el uso de publicidad basada en dibujos animados representó casi el 50% del marketing de alimentos dirigido a niños (Fooddive, 2020), por lo que su prohibición podría significar grandes pérdidas en ventas.
Sin embargo, es quizás más importante para estas marcas el plantearse cómo conducir su branding de ahora en adelante, ya que sin estos personajes deberán redefinir su identidad corporativa y visual, además de lo que las diferencia con la competencia.
Las marcas se verán obligadas a reinventarse y crear elementos de diferenciación, lo que involucrará un gran reto para los creadores visuales. En el caso específico de las marcas de cereal, por ahora todas están usando el plato con producto como elemento visual principal.
Esto podría ser suficiente para el producto y marca, pero cabe preguntarse si está dentro del marco legal crear un storytelling alrededor de los personajes sin necesidad de mostrarlos. ¿Podría Choco Krispis mostrar una huella de elefante o Zucaritas mostrar rayas de tigre integradas en su diseño?
Una visión de branding puede adaptarse de manera creativa a la situación, sin embargo también plantea una interesante problemática sobre la extensión de las nuevas normas y sus ramificaciones en torno al diseño e identidad de marca.
Después de todo, no es imposible cambiar el branding de una marca sin que esta pierda su esencia, pero sí es muy difícil. No es poco común que las personas sientan incomodidad cuando una marca a la que son leales cambia su imagen, pues la nostalgia es un elemento destacado de la lealtad de los clientes.
Será muy interesante ver si los personajes eran el verdadero gancho en la compra del producto o si realmente la compra venía por la calidad y sabor de los alimentos. Está comprobado que los niños pequeños tienden a desarrollar relaciones afectivas hacia sus personajes favoritos, incluso “amistades infundadas y emocionalmente basadas en el atractivo de los personajes y los mensajes que transmiten” (Kraak & Story, 2014).