Cuando la economía se mueve parsimoniosamente, esta medición es útil para determinar la trayectoria inercial. En años como el 2020, donde lo que predomina es un choque mayúsculo, hay que tomarla con cautela.
Dado que la máquina virtualmente paró en el segundo trimestre, la comparación del promedio con la medición al cierre del año es inusualmente alta: implica crecimiento de 3.5% en 2021. Es el mayor acarreo estadístico en lo que va del siglo – el que la crisis del 2009 proporcionó al 2010 fue de 2.5%.
El acarreo ofrece entonces un “piso” al crecimiento, pero no es muy firme. Los choques por definición se disipan y los efectos que prevalecen son los inerciales, que parecen haber cambiado para mal.
Aun sin pandemia, el acarreo estadístico para el 2020 era negativo (-0.9%) y por segundo año consecutivo. Es decir, la inercia ya marcaba una economía enferma. Ello debe haber empeorado con la pandemia y el INEGI ofrece recientemente un botón de muestra.
Respecto al total de unidades económicas censadas en 2019, encuentra 390,000 negocios menos a septiembre del año pasado. Tenemos que lamentar pérdida de vidas humanas, de empleo y de empresas.
Bajo estas condiciones, suponer que “la etapa de aplicación exponencial de vacunas es lo que va a permitir la salida de esta crisis” como afirma el Secretario de Hacienda me parece optimista pero también preocupante: parece mandar el ominoso mensaje de que “la economía se cura sola” y alimenta la suspicacia de que la política económica se hace en Palacio Nacional, pero no necesariamente en las oficinas arriba de la Puerta Mariana.
Queda otro factor que ese sí puede jugar a favor: los Estados Unidos. Con una respuesta de política económica en las antípodas de la nuestra – el paquete de estímulo fiscal recientemente aprobado equivale a 9% del PIB – nuestro vecino del norte debe registrar una tasa de crecimiento excepcional, 6.5% de acuerdo con la OCDE. ¿Qué tanto efecto derrama podemos esperar?
La relación estadística más fuerte entre la actividad en los dos países – lo que alguna vez llamamos el “vinculo TLC” – es entre producción manufacturera en los Estados Unidos y PIB total en México.