Sin embargo, hay que reconocer que enfocarse en el desarrollo de productos que realmente generen valor no es sencillo, en especial porque muchas empresas se enfrentarán a estructuras donde los sistemas y procesos han sido los mismos por décadas; tal pareciera que son inamovibles, todo equiparado por la natural resistencia al cambio, pero el esfuerzo en verdad que vale la pena.
Uno de los factores que justifica dicho impulso al cambio en la era de la digitalización es que los productos adquieren una nueva dimensión: pueden ser los catalizadores que le permitan a las empresas innovar a gran velocidad o convertirse en el ancla que les impida avanzar.
Las empresas deben estar conscientes de que operan en un mundo híbrido: la nueva normalidad nos está enfrentando a una situación donde los consumidores tendrán cada vez más presencia en el mundo real y en el virtual, prácticamente al mismo tiempo.
Por si fuera poco, y alrededor de esta realidad híbrida, se agrega el reto de construir resiliencia para navegar a través de los embates de los eventos disruptivos y prosperar, por lo que comprender a fondo las ventajas de asumir una mentalidad con el cliente en el centro de la estrategia, pueden comenzar por analizar y poner en práctica cuatro estrategias críticas para ser más ágiles:
En principio es fundamental concentrarse en las métricas adecuadas: lo importante es medir el valor, no el desempeño. De esta forma, el foco colectivo apuntará hacia la creación de productos y servicios que ofrezcan un valor tangible, no solo en añadir funcionalidades o nuevas versiones de lo que ya existe. Este eje también servirá para alinear a los equipos interdisciplinarios hacia un objetivo común y la creación de una responsabilidad compartida.
Asimismo, las empresas necesitarán definir sus productos a partir de los objetivos de negocio y no de las capacidades existentes. Este eje provoca que la innovación realmente esté en concordancia con los resultados que la organización desea lograr, no solamente por el deseo de ganar más cuota de mercado. Por supuesto, resulta fundamental asegurarse de que dichos objetivos sean claros, alcanzables y que realmente puedan medirse.