Disponer de un documento que refleje puntualmente la gestión de la crisis es contar con una guía de reflexión y aprendizaje para, en un ejercicio de auto crítica, reconocer lo que se hizo mal y lo que se puede mejorar. Eso es parte de la prevención adicional a frecuentes auditorías para identificar escenarios y crisis potenciales en cada área de una institución, lo que incluye, entre otras, revisar manuales de producción y de servicios, realizar auditorías físicas de las instalaciones, estimar niveles de gravedad y efectos de una potencial crisis, revisar políticas y analizar el desempeño de los involucrados.
Una crisis puede surgir cuando se carece de un sistema de alerta o falla la comunicación hacia los niveles superiores de la organización; cuando se pasa por alto algún elemento que, por obvio, no fue considerado, o quizá porque nunca se hizo una planeación de escenarios ante posibles fallas de operación, entre múltiples factores más.
En el caso del metro, en días recientes se cumplió un mes del fatal accidente que dejó 26 muertes y heridas y lesiones en muchas otras personas, pero apenas están por darse a conocer los primeros resultados de la investigación sobre lo que ocasionó este accidente.
Lamentablemente no es la primera vez que este sistema de transporte sufre de graves accidentes. En sus poco más de 50 años de servicio del Metro de la Ciudad de México acumula cuatro accidentes graves, tres de ellos choques entre trenes, además de un incendio en una subestación eléctrica en 2021 con un muerto y varios intoxicados.
El primer choque de trenes, ocurrió en 1975, a dos años de su inauguración, en la estación Viaducto con 31 fallecidos; el segundo fue en 2015 en Metro Oceanía sin víctimas fatales; el tercero en Observatorio en 2020 con un muerto y 41 heridos y el reciente desplome en la Línea 12.
En los tres casos se culpó a los conductores atribuyéndoles un error: uno por no obedecer una instrucción, otro por mantener el piloto automático en zona de lluvia y el otro por omisiones en operación. La pregunta es ¿qué aprendieron los respectivos gobiernos y directivos del metro de cada uno de esos accidentes?
A fin de cuentas la generalidad de los accidentes se debe a errores humanos, no necesariamente de quienes operan los trenes sino que pueden ser de controladores, mantenimiento, supervisión, capacitación, recursos humanos, ingeniería, etcétera. La prevención no implica buscar culpables sino evitar que, en este caso, un choque de trenes se vuelva a repetir.