La pandemia ha llevado a nuevas formas de operar en las relaciones públicas y el uso de la tecnología ha representado un reto a la creatividad de las agencias para hacer un trabajo que convenza a los clientes e impacte en las audiencias.
La calamidad vino a segmentar aún más al público objetivo y por tanto las agencias tuvieron que desarrollar nuevas formas de ejecutar las estrategias de los clientes: Prescindieron de conferencias de prensa y presentaciones en vivo para realizarlas en línea; las entrevistas con ejecutivos se realizan a través de internet y ahora es más frecuente la práctica de seminarios o talleres a través de plataformas digitales.
Ya no es posible adaptar planes exitosos a nuevas realidades; cada cliente, ahora más que nunca, requiere que se entiendan a profundidad sus necesidades, que exista una plena identificación de los públicos meta y que se desarrolle un plan que garantice el logro de los objetivos acorde a la estrategia de negocio, definiendo canales de comunicación que impacten positivamente a las audiencias.
Ya no se trata de realizar tiros de escopeta que se dispersan con la esperanza de que algunos den en el blanco; ahora se requieren tiros de precisión que de una vez den en el objetivo.
Lo anterior ha llevado a que el trabajo creativo en materia de relaciones públicas enfrente algunas barreras como: el poco tiempo para planear, la reducción de presupuestos, la saturación de información y, paradójicamente, la indecisión de los clientes ante ideas creativas y disruptivas.
Veamos: la falta de tiempo obedece a que ante la velocidad con que se mueve la competencia en estos tiempos, a los clientes les urge tener una propuesta a la brevedad. Aceptar con poco tiempo el desarrollar un planteamiento que impacte en el público deja poco espacio para ejecutar procesos creativos y el resultado puede ser el establecer compromisos difíciles de cumplir que tienen que modificarse sobre la marcha.
La reducción de presupuestos, consecuencia lógica ante los impactos que la pandemia ha ocasionado en la economía, implica sacrificar algunos márgenes, reducir personal, hacerlo lo mejor posible con los recursos disponibles o generar “guardaditos” que ayuden a financiar el trabajo, todo lo cual limita el proceso creativo.