(Expansión) - El COVID-19 ha sido el gran influenciador de los últimos 18 meses que ha impactado y nos ha orillado a adoptar un nuevo estilo de vida y hasta de trabajo. En las empresas ni un rol, ni el asesor o consultor externo, ni el directivo más influyente de una organización había tenido tanto peso en este tema que los efectos que los que se han visto por esta pandemia y del que muchas entidades han sabido capitalizar y sacar el máximo provecho, no sólo en términos de negocio, sino también para mejorar y madurar internamente con sus colaboradores, que es lo más valioso que tienen.
Ya ha sido ampliamente abordado, por expertos y directivos de diversas áreas y sectores, que el contar con las herramientas más sofisticadas o sacar aún más provecho de las que ya teníamos adoptadas no es suficiente para entrar de lleno a la transformación tecnológica que desde hace tiempo debió y seguirá siendo considerada como algo relevante para cualquier organización; que la tecnología es sólo un componente de esta adopción y que a esto hay que agregar el ingrediente del factor humano, tanto de los clientes, proveedores y, principalmente, los colaboradores.