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El cariño verdadero

El entorno adecuado sirve, es útil, pero resulta insuficiente, pues cada uno medirá su felicidad en torno a lo que le falta, no a lo que tiene, apunta Juan Domínguez.
vie 24 septiembre 2021 12:09 AM
Felicidad en el trabajo - empleados felices - felicidad - empleados - beneficios laborales
Hoy la nueva neurología y la ciencia del bienestar han comprobado que la felicidad es un fenómeno individual, que puede tener manifestaciones colectivas, pero que nace de cada persona, señala Juan Domínguez.

(Expansión) - La escena es más común de lo que se piensa. Entra la Directora General a la junta virtual con su equipo directo, el conjunto de personas que deciden sobre lo divino y lo humano de la organización. “Esto es muy preocupante, se nos está yendo la gente y no veo qué estamos haciendo para frenar la estampida. Y para los que creen que se están saliendo por la post pandemia no es cierto, se están saliendo para otras empresas”. Contesta de inmediato el Gerente de Ventas, “es que tenemos que hacer algo para que la gente esté feliz”.

Observo con mucho interés cómo cada vez más aparecen empresas, metodologías y hasta centros de estudio que “venden” o “diseñan” felicidad.

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En otras épocas no tan lejanas, tocaban a la puerta vendedores de “salvación” o “redención” divina a cambio de rezos, bautizos y diezmos. Se proclamaban milagros y tierras de abundancia en templos que en mejores tiempos fueron teatros de cine.

Pero centrémonos más bien en esta ‘corporativización’ de la felicidad, lo de hoy, y empecemos por el final: ni la felicidad es un producto, ni hay una metodología que la genere. Pero más aún, la felicidad no es algo que las empresas deban -o puedan- dar u ofrecer.

Ese concepto onírico ha sido estudiado desde todos los tiempos, hay tantas definiciones como opiniones, pero todas ellas coinciden en que es un sentimiento de exaltación positiva, que es finito (es decir que empieza y se acaba), repetible, y que se genera en un individuo dentro de determinado entorno. Se ha encontrado que la felicidad, además, está íntimamente ligada con las expectativas, inversamente, a menor expectativa el logro genera mayor felicidad.

Hoy la nueva neurología y la ciencia del bienestar han además comprobado que la felicidad es un fenómeno individual, que puede tener manifestaciones colectivas, pero que nace de cada persona: aquello que hace feliz a unos puede generar lo contrario en otros.

En tal sentido, estas propuestas corporativas de felicidad pueden ser llamativas, pero, en el mejor de los casos, temporales. Se deben entender como un marco dentro del cual las personas obtienen mayor satisfacción, seguridad emocional y física y mayor tendencia a la generación de endorfinas. El entorno adecuado sirve, es útil, pero resulta insuficiente, pues cada uno medirá su felicidad en torno a lo que le falta, no a lo que tiene.

Esta última afirmación resulta triste pero real: de lo bueno queremos y esperamos más. Y tener todo lo bueno y mejorarlo a diario es un viaje que ha resultado insostenible para muchos y un fracaso para la mayoría.

La clave para el manejo de las expectativas es la gratitud; en la medida en que somos más agradecidos por lo que nos pasa perdemos ese sentido de merecimiento y entendemos que todo es de alguna manera un privilegio.

Llegamos entonces a un punto ciego, a un ciclo sin solución para la empresa. No se puede ofrecer una felicidad genérica, pues se trata de un concepto individual, medido por expectativas, las cuales están medidas por el grado individual de gratitud que tengan los miembros de un colectivo. Una solución individual para una causa individual, en ocasiones expresada de manera colectiva.

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La responsabilidad de las empresas no es proporcionar felicidad.

Su responsabilidad, y factor diferenciador, es la garantía de espacios seguros emocionalmente y con herramientas de desarrollo que le permitan a cada persona cumplir, a través de ellas, las expectativas que individualmente se han propuesto. Es en ello, y no en predicar felicidad (o comprarla), en lo que se deben concentrar.

La ciencia de la analítica de datos de personas (People Analytics) hoy permite predecir tendencias de comportamiento frente a determinados estímulos. Por ejemplo, ya está demostrado que la alegría por un aumento de sueldo o una promoción dura entre 45 y 90 días, que la emoción por un reconocimiento público puede ser perpetua y que la sensación de seguridad, emocional en particular, tiende a generar mayores niveles de satisfacción en los empleados.

De manera permanente, los países nórdicos resultan arriba en los rankings de felicidad, y la causa que lo explica es el nivel de apoyo que los gobiernos proveen. Sin embargo, esa felicidad resulta difícil de explicar cuando se ven los índices de suicidio. Claramente puede un gobierno propiciar una infraestructura para la felicidad, pero no la felicidad misma.

La invitación a las empresas no es a desestimar la importancia de la felicidad, que, sí que la tiene, sino a entender que es a través del propósito, la compasión, la solidaridad y la seguridad emocional como se ayuda a los empleados a ser más felices. Es hacia ese aspecto donde debe dirigirse la propuesta de valor al empleado, es donde realmente se encuentra sostenibilidad.

Dijo Steve Jobs que si querías hacer feliz a todo el mundo no fueras un líder, que más bien te dedicaras a vender helados. Ojalá la Directora General no oiga cantos de sirena y entienda que su rol es el de generar condiciones adecuadas, mantenerlas y mejorarlas. Quizás ella haya oído la vieja canción, pues la felicidad, como el cariño, ni se compra ni se vende.

Nota del editor: Juan Domínguez ha tenido una carrera de más de 20 años en áreas de Recursos Humanos en las industrias de consumo masivo, aviación y servicios financieros. Hoy es CEO de hh red colaborativa. Es abogado con estudios de ciencia política y desarrollo humano en Cornell University, University of Notre Dame, University of Asia and the Pacific, Pontificia Universidad Javieriana el ITESM. Es consultor, autor y profesor universitario. Escríbele a juan@juandominguez.red y/o síguelo en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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