Hemos presenciado la caída estrepitosa de empresas que, bajo el reinado del producto, han alterado sus brújulas sumidas en el espejismo de que es éste, y no quien lo adquiere, aquello que determina, no solo la existencia del mercado, sino también el valor del mismo. Por otra parte, hemos visto el nacimiento de nuevos negocios que, bajo el amparo de la tecnología, traen soluciones que eran impensables hace una década.
Hoy más que nunca es más fácil llegar a las listas de las “500 Empresas”; lo que ha cambiado de manera muy relevante es la capacidad de permanencia en esa lista. Una especie de capacidad de crecimiento espontáneo a niveles de aceleración nunca vistos, pero con una volatilidad similar a la del éter.
En efecto, dado el nivel de desarrollo de soluciones que parecen de otro mundo, aparecen empresas más allá de lo imaginado, con una capacidad de procesamiento de datos y de creación de soluciones a través de ello que no solo supera la capacidad humana, sino que además trata de sustituirla en todas sus dimensiones. La obsesión del ser humano de sustituirse y mejorarse a sí mismo.
De igual manera, vemos cada día como esa tecnología es replicada a mucho mayor velocidad y al mismo tiempo mejorada. Se vuelve, en un tiempo muy breve, un género – commodity en inglés – que compite por especializarse más y más, para ganar la guerra a la capacidad de ser igualada por competidores que ya no invierten en innovación sino en llegar al mercado más rápido y barato. Pareciera tratarse de un ciclo evolutivo infinito pero estéril, que recuerda a los modelos de mejora continua del siglo pasado.
Esta vorágine puede resultar preocupante, más cuando se trata de la sustitución de la capacidad humana, pero al mismo tiempo paradójicamente esperanzadora.
Al dejar de ser la tecnología el elemento diferenciador, será el mercado quien determine a los ganadores y perdedores, en otras palabras, es el mismo ser humano – la persona-cliente – la que determinará ese valor diferenciado que será entregado no por lo tecnología sino por seres humanos: la persona-empleado.