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La espinas son lo que menos importa de la rosa

Las “competencias rosa”, llevadas a un humanismo puro, expresado desde el corazón y alma, son las que la inteligencia artificial no puede replicar: las competencias del futuro, opina Juan Domínguez.
mié 08 septiembre 2021 12:06 AM

(Expansión) - Se encuentra el equipo conectado a tiempo para a la evaluación anual de talento, la sesión de la corte celestial donde se juzga a los mortales del mundo laboral. Y llega el momento de evaluar a la gerente; “muy buen trabajo pero con ese temperamento que tiene resulta muy difícil trabajar. Esa mujer es histérica, que le baje dos rayitas”.

“¿Y qué opinan del otro gerente?” — “muy buen trabajo y su temperamento firme pone a la gente en orden”. Resulta que el gerente es de “temperamento firme” y la gerente es “histérica”, y así queda en la minuta. “Nadie se da cuenta de los sesgos porque son parte del inconsciente”, piensa la analista de desarrollo humano mientras toma nota.

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Soy un firme convencido de las teorías del género, que presentan un espectro inmenso de posibilidades que abarcan el campo emocional, la corporalidad, la auto identificación y la genitalidad. Sin embargo, tomaré, para efectos de explicar el asunto entre manos, una posición binaria, es decir, la que divide a la humanidad entre hombres y mujeres, simplemente por facilidad. No se trata de descartar las diferentes variaciones que ofrece el estudio del género en la humanidad, sino de separar aquello que, por razones más culturales y atávicas, definimos como “lo femenino” y “lo masculino”.

En ese orden de ideas, socialmente hemos considerado que hay una mayor fortaleza del hombre en las competencias “duras” — las técnicas, las que hacen que las cosas suceden, las que permiten que el producto llegue al anaquel. Masculinas en su definición y percepción.

Respecto de las llamadas “blandas” — la empatía, la tolerancia, la adaptabilidad, la ternura, la solidaridad, la afectividad y la compasión, entre muchas otras— las mismas han sido denominadas “las competencias del futuro” y están altamente asociadas al comportamiento dentro de un entorno colectivo. Este segundo grupo, sobre el cual descansan hoy muchos programas de liderazgo, tienen un alto componente emocional y, por ello, han sido asociadas en esta concepcion binaria, al género femenino.

Si bien la separación entre unas y otras es de gran valor frente a los modelos de desarrollo, la asociación de las mismas al género nos permite construir el concepto de “competencias rosa”: aquellas que están más evolucionadas en las mujeres que en los hombres.

En esa concepción cultural binaria, tendemos a esperar un gran desarrollo de competencias duras en los hombres y una mayor evolución de las blandas en las mujeres. No deja de ser esta una afirmación cuestionable y creada por estereotipos históricos que carecen hoy de validez y que, por el contrario, se han convertido en factores de exclusión de las mujeres en la dirección. Mientras que la mayoría de las empresas tienden a tener una paridad de género en la base de la organización, en el C-suite y los consejos de administración apenas alcanzan el 15%.

Acudimos a la solución simple, no por ello fácil y necesaria, de buscar una mayor representatividad de la mujer en la dirección. En esto estamos en deuda. Pero la verdadera relevancia del asunto consiste en que son estas “competencias rosa” las que hoy generan un factor diferenciador positivo y necesario ante la digitalización de los procesos racionales y la interfase con el cliente.

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Pregunto, si nos definen las características de alguien como “tiene mucha ternura, solidaridad y es una persona compasiva”. ¿Pensamos en que ese alguien es una mujer o un hombre? Por el contrario, si nos dicen “de diálogo directo y pragmático, firme en sus convicciones e intolerante al error, ¿la persona que imaginamos es femenina o masculina?

Resulta que esas “competencias rosa”, llevadas a un humanismo puro, expresado desde el corazón y el alma, son las que la inteligencia artificial no puede replicar: las competencias del futuro.

Para seguir este silogismo, entimema quizás, el futuro del liderazgo estará definido por aquellas conductas hoy atribuibles a lo femenino, de la misma manera que anatómicamente la mujer es capaz de procrear, el hombre apenas de contribuir.

Estas “competencias rosa” han venido para quedarse y definirán el futuro. Tendremos que adoptarlas y desarrollarlas todos para sobrevivir y liderar esta era digital, y serán exigibles a cualquier líder sin importar su expresión de género. El estereotipo errado convertido en arquetipo de comportamiento.

“Hay que sembrar más rosas”, escribió en su cuaderno la analista de Capital Humano. Esta no era una nota de la junta, sino uno de los pendientes que tenía para arreglar su jardín. Al ver la nota, yo concluyo que esta analista entiende perfecto cómo se ve el futuro, y no solo desde la ventana que da a su jardín.

Nota del editor: Juan Domínguez ha tenido una carrera de más de 20 años en áreas de Recursos Humanos en las industrias de consumo masivo, aviación y servicios financieros. Hoy es CEO de hh red colaborativa. Es abogado con estudios de ciencia política y desarrollo humano en Cornell University, University of Notre Dame, University of Asia and the Pacific, Pontificia Universidad Javieriana el ITESM. Es consultor, autor y profesor universitario. Escríbele a juan@juandominguez.red y/o síguelo en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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