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El fraude sin conciencia

En el día a día estamos expuestos a diversos tipos de delitos y es el fraude uno de los más frecuentes, tanto para las personas como para las empresas, señala Fernanda Zenizo.
mié 03 noviembre 2021 12:00 AM
El fraude sin conciencia
Cobra relevancia el seguimiento puntual de las organizaciones al bienestar de sus colaboradores, en detectar cambios en su conducta, en generar estrategias basadas en sus áreas de oportunidad para así mejorar su desempeño y productividad, apunta Fernanda Zenizo.

(Expansión) - Recientemente, con o sin pandemia, hemos sido testigos de importantes cambios que nos han impactado en lo individual y en lo colectivo. Hemos logrado importantes avances en diversos temas que hoy como nunca han tenido una mayor relevancia, tales como la inclusión e igualdad de género, aspectos de salud, condiciones laborales, avances tecnológicos, entre otros.

También hemos atravesado retos y desafíos que nos han permitido generar conciencia del rol que debemos adoptar en beneficio de todos. Continuamos avanzando de manera positiva.

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Desafortunadamente, no es novedad que en lo que a delitos respecta no sea de la misma manera. Esto, sin duda, es un problema y tema no sencillo de abarcar y de, por supuesto, encontrarle una solución. Pero, permíteme, querido lector, enfocarme a un solo tipo de delito y cometido específicamente en un sector.

En el día a día estamos expuestos a diversos tipos de delitos y es el fraude uno de los más frecuentes, tanto para las personas como para las empresas. En el caso de estas últimas, aunque se han desarrollado diversos mecanismos para denunciarlos y detectarlos, aún falta mucho por hacer.

Con datos recientes arrojados por un estudio de KMPG, un 46% de los encuestados estiman que la afectación económica por fraude cometido asciende hasta 500,000 pesos, un 36% entre 500,000 hasta 5 millones y el resto supera esta última cifra; 41% de las empresas encuestadas manifestaron contar con un programa integral de prevención, detección y respuesta ante posibles casos de fraude y, aunque con un porcentaje bajo, no deja de llamar la atención que un 17% de directivos afirma que su organización no está expuesta a riesgo de fraude.

El mismo estudio indica que en lo relativo a fraude externo las mayores modalidades son las relacionadas con soborno y documentación falsa y en el interno lo son la malversación de efectivo, de activos y el conflicto de interés. Ya sea externo o interno, siempre hay capital humano de la organización involucrado.

Aunque no es sencillo confirmar (pero no imposible), estos implicados no siempre actúan conscientes de que se está cometiendo un delito. Me explico.

Como al inicio mencioné, hemos atravesado por grandes eventos, sin duda la pandemia por COVID-19 es el principal, que han generado importantes cambios, que a todos nos han impactado de diversas maneras, negativa principalmente, y en la conducta y comportamiento de los colaboradores en cualquier tipo de organización no ha sido la excepción.

El bajo nivel de bienestar, aunado al aumento de la tensión, ha llevado a que los colaboradores razonen que el fin justifica los medios, lo que implica que pueden actuar o tomar malas decisiones en lugar de las correctas; a que se les dificulte manejar información confidencial; a que no se juzgue con objetividad las decisiones y acciones propias, lo que puede conducir a tomarlas sin pensar en las consecuencias de sus actos; a que se preocupen más de lo necesario por su estado de salud o por la permanencia de su empleo, entre otros factores, han hecho que aumente el riesgo de las organizaciones en términos de fraude, ya sea externo o interno.

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Pero esto no tiene que dar pie a juzgar a los colaboradores como malas personas, a que tienen la intención de perjudicar a la organización en su beneficio, a que estén conscientes y que quieran cometer un delito. Aunque en ocasiones pueda parecer inverosímil, simplemente no se dan cuenta del acto negativo que están cometiendo.

Es por lo que cobra todavía más relevancia el seguimiento puntual de las organizaciones al bienestar de sus colaboradores, en detectar cambios en su conducta, en generar estrategias basadas en sus áreas de oportunidad para así mejorar su desempeño y productividad.

No hay nada más erróneo entre los directivos encargados de la gestión del capital humano que creer que, como la etapa más difícil de la pandemia ya pasó, el monitoreo a su capital humano ya no tiene relevancia.

Son estas las organizaciones que están destinadas a padecer consecuencias negativas por un próximo hecho relevante debido a la afectación de la conducta y comportamiento de sus colaboradores.

Nota del editor: Fernanda Zenizo es Licenciada en Ciencias de la Comunicación por parte de la Universidad del Valle de México. Actualmente se desempeña como Directora General de Intelab. Actualmente es Vicepresidente de Gestión de Comités Técnicos en el Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas. Síguela en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente a la autora.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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