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Inversiones 2022, ¿cubrirse y comprar de oferta?

Al buen entendedor… Un mayor cuidado en la cobertura de riesgos, sobre todo al arranque del año, parece indispensable, apunta Rodrigo Villar.
jue 09 diciembre 2021 12:06 AM
Billetes de pesos y dólares.
La inversión no puede limitarse a no perder, y menos en contextos de alta inflación y cambio de ciclo, señala Rodrigo Villar.

(Expansión) - La incertidumbre radical pareciera definir el panorama de la inversión y la economía en 2022. No podría ser distinto en medio de la persistente inflación, que hace un año ni siquiera estaba en el mapa como riesgo secundario en los ejercicios de proyección, y con los recurrentes sustos de la pandemia, que se obstina en recordarnos el peso de los imponderables. Menos aún en México, ante el tóxico contexto político vigente. Queda perfecto la genial frase atribuida a Woody Allen: si quieres hacer reír a Dios, cuéntale tus planes.

Sin embargo, sí hay dinámicas y tendencias marcadas para pisar sobre lo que hay de terreno firme. Lo suficiente para maximizar la resiliencia con cobertura ante lo incierto a corto plazo, pero sin quedar fuera de las mejores olas de largo plazo. Sobre éstas, aunque pueda sorprender a primera vista, uno puede encontrar más certezas que respecto a lo inmediato. Básicamente porque ya estaban ahí y tomaron fuerza con todo lo que estamos viviendo.

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Cabe retomar lo que ha dicho Warren Buffett sobre la incertidumbre como amiga del comprador de valores a largo plazo y su consejo: no dejes pasar lo que hoy es atractivo pensando que encontrarás algo mejor mañana. Quien entra primero, gana más. Por espacio, me concentro en la perspectiva de cobertura y corto plazo, para sólo apuntar a esas oportunidades que en el sector de la inversión de impacto venimos siguiendo desde hace tiempo, con la idea de ahondar en ellas en otro comentario.

El factor esencial de incertidumbre está en que la presión inflacionaria podría obligar a los bancos centrales a adelantar el desmantelamiento de las políticas monetarias expansivas inéditas que implementaron ante la pandemia. El peligro es que eso, y otras oleadas de contagios, sea con Ómicron u otras cepas, lleven a nuevos confinamientos, el agravamiento de los cuellos de botella en las cadenas de suministro y el adiós a la recuperación.

No obstante, hay cosas que sí sabemos, como que nada es para siempre: más temprano que tarde debía venir una “normalización” tras la extraordinaria liquidez y las tasas de interés más bajas de la historia. La Fed, el Banco Central Europeo y los bancos de otros países ricos ni iban a mantener eternamente las compras masivas de bonos y el mercado de rendimientos negativos. En otras palabras, está cantado un cambio de ciclo, de la laxitud a mayor restricción y fortalecimiento del dólar, con lo que implica para economías en desarrollo, como la nuestra.

Todo indica que el peso estará más presionado, como puede esperarse por los futuros, con apuestas claramente en contra. Jerome Powell habla de adelantar el retiro de los estímulos y ha retirado el calificativo “transitorio” sobre la inflación en Estados Unidos, la mayor en 30 años. Mientras, aquí se enfila al 7%, la más alta en 20 años, cuando la tasa de referencia está en 5% y en el penúltimo trimestre salieron cerca de 14,600 millones de dólares en capitales, sumando cartera de extranjeros que liquidaron títulos mexicanos y dinero de connacionales invertido fuera; un récord para cualquier trimestre desde el 2009.

Hacia delante, es de esperar aún mayor exigencia de spread para mejorar la relación beneficio/riesgo y retener inversión financiera. Al tiempo que se acumulan indicadores de desaceleración o agotamiento del efecto rebote del brutal desplome de 2020: llevamos dos meses consecutivos de caída del PIB y en el tercer trimestre hubo un descenso. Para remachar, en lo político, más que distensión, lo probable para la segunda mitad del sexenio es mayor polarización y más de la mezcla de las medidas atrabiliarias, ocurrencias y actitudes hostiles a la iniciativa privada y el Estado de derecho que tanto han afectado al clima de inversión en los últimos tres años.

Al buen entendedor… Un mayor cuidado en la cobertura de riesgos, sobre todo al arranque del año, parece indispensable. Por eso luce sensata la prospectiva de Amundi para el inversor internacional, que recomienda mayor flexibilidad en los portafolios y evitar caer en la ilusión de los retornos nominales. Hay que buscar retornos reales en el mercado de dinero y, en el de capitales, valores con potencial que no estén estirados de más, artificialmente, por el exceso de efectivo.

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La inversión no puede limitarse a no perder, y menos en contextos de alta inflación y cambio de ciclo. Creo que no es inconsecuente la postura de BlackRock, expresamente pro-riesgo, sobre los supuestos de que la economía global todavía no se restablece del todo, lo que implica margen de crecimiento, y que, por razones de carácter estructural, las tasas bajas podrían mantenerse por un buen rato, si bien no en los niveles del 2021.

Además, es fundamental tener en cuenta que no solamente viene una nueva normal coyuntural en el ámbito financiero, sino una nueva normal económica de fondo, y acompañada de motores emergentes como el mega presupuesto de infraestructura recién aprobado en Estados Unidos. Se trata de las oportunidades y los retos de la incorporación de la revolución digital en todas las áreas (comercio en línea y desarrollo fintech); de las implicaciones y las exigencias del cambio climático y aun de los parámetros ESG; del énfasis en la resiliencia en las cadenas productivas internacionales acelerado por el COVID-19, pero también las tensiones chino-estadounidenses (nearshoring).

En cada una de esas áreas, a pesar de los nubarrones, México presenta oportunidades formidables, con el factor adicional de que aquí el exceso de liquidez no es problema; al revés: escasea. Conforme a la recomendación de Buffett al buscador de valores de largo plazo en tiempos de incertidumbre, no confundamos precio y valor: “Ya sea que estemos hablando de calcetines o acciones, me gusta comprar productos de calidad cuando están rebajados”. Algo así hizo Carlos Slim en otro momento de gran pesimismo, hace 40 años, y muchos lo hacen ahora.

Hay que hacerse una pregunta sencilla, cada quién en su negocio: qué es provisional; qué de larga duración.

Nota del editor: Rodrigo Villar es un emprendedor social y Socio Fundador de New Ventures, donde busca transformar la manera tradicional de hacer negocios y crear un nuevo modelo empresarial que perciba el impacto como status quo. Cuenta con un MBA del Royal Melbourne Institute of Technology y estudió la carrera de Contabilidad y Administración Financiera por el Tecnológico de Monterrey. Síguelo en Twitter y/o en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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