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Inversión en la flexibilidad mental en el proceso de transformación empresarial

Los factores que se requieren para la innovación deben estar soportados por un desarrollo de capacidades no sólo técnicas, sino principalmente por las blandas o sociales, señala Ana María Montes.
mar 14 diciembre 2021 07:00 AM
Cómo enfrentar la escasez de talento
El desarrollo de la flexibilidad mental nos permitiría tener una visión más amplia de los distintos caminos que podemos explorar en el tema de la automatización y digitalización, apunta Ana María Montes.

(Expansión) - La capacitación continua y la participación de los colaboradores en el proceso de transformación de las organizaciones es fundamental.

Los trabajadores con mayor conocimiento del negocio deben capacitarse en las nuevas tecnologías para aprovechar su experiencia y en colaboración con las nuevas generaciones, transformar los procesos internos y desarrollar nuevos productos y servicios.

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Esta interacción enriquecerá a las nuevas generaciones, permitiéndoles tener una visión más integral y clara, facilitando con ello el proceso de transformación.

La innovación requiere realizarse en un entorno de autonomía, libertad y transparencia. Libertad para cambiar los procesos internos y externos, para explorar nuevas tecnologías, software y sistemas, para desarrollar herramientas internas y para cambiar sus propios roles dentro de la organización. La autonomía para decidir cómo organizarse, definir la forma de lograr el objetivo del proyecto y realizar ajustes a lo largo del proceso para llevarlo a cabo.

Todo esto debe ir acompañado de la transparencia en los procesos que permita y facilite la supervisión continua del proceso de creación, basado en las métricas que se hayan definido para evaluar el logro del objetivo.

Ahora bien, los factores que se requieren para la innovación necesariamente deben estar soportados por un desarrollo de las capacidades no sólo técnicas, sino principalmente por las capacidades blandas o sociales.

Hay mucho escrito sobre las capacidades blandas y la forma de evaluarlas en las organizaciones, generalmente, se basa en las percepciones de los colaboradores que interactúan con el evaluado. Sin embargo, si nos enfocamos en el concepto de flexibilidad mental o cognitiva, tal vez pueda ser más efectiva su medición y aplicación en el proceso de innovación y transformación de las organizaciones.

La flexibilidad mental o cognitiva se refiere a la capacidad para adaptar nuestra respuesta ante una situación cambiante o inesperada. Nos permite analizar una situación desde diferentes perspectivas y generar nuevas alternativas para resolver problemas. Esto nos lleva a desarrollar la capacidad de escuchar, estimular el pensamiento crítico y ser más tolerantes ante las diferencias de creencias, valores y opiniones de otras personas.

La detección del nivel de flexibilidad mental se realiza a través de pruebas estándar, con metodologías ya probadas, que permiten detectar de forma específica los puntos que hay que reforzar en cada individuo para trabajar en su desarrollo.

El incluir dentro de la capacitación de los colaboradores el desarrollo de esta capacidad, partiendo de los puntos que se requieren reforzar y que son medidos de forma objetiva, permitiría tener un mapa más claro de cómo invertir en este tipo de capacitación.

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El desarrollo de la flexibilidad mental nos permitiría tener una visión más amplia de los distintos caminos que podemos explorar en el tema de la automatización y digitalización. A través de desarrollar la capacidad de escuchar, la tolerancia y empatía, se facilitará la actitud que se requiere para la innovación en cuanto a: entender las necesidades de los otros (ya sea el cliente, las diferentes áreas internas de la organización, o incluso los miembros del equipo de innovación), y la forma en que estaremos impactándolos en el proceso de transformación. Este entendimiento puede derivar inclusive en nuevas ideas de cambio.

Cuando necesitamos invertir en nuevas tecnologías de colaboración para fomentar la colaboración o en nuevos software que faciliten ciertos procesos, partimos de un análisis de lo que tenemos y lo que queremos lograr. De igual manera, si tenemos la información para medir las habilidades de los colaboradores en términos de flexibilidad mental, podríamos integrar equipos de trabajo más exitosos que se puedan complementar en el proceso de creación y saber, de forma más específica, cómo invertir en el desarrollo de las capacidades que requieran desarrollar.

Este tipo de inversión podría marcar la diferencia entre generar o no el compromiso y satisfacción del colaborador en su experiencia de trabajo. El proceso de mejora continua se realizaría en este entorno de libertad, autonomía y transparencia que se comentaba en un inicio, lo que impactará en forma directa el objetivo de la innovación, que es la satisfacción y confianza del cliente.

Nota del editor: Ana María Montes es Directora de Consultoría Actuarial en Lockton México. Síguela en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente a la autora.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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