Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), al menos el 86.6% de las empresas en México tuvo algún tipo de afectación derivada de la pandemia. El principal problema estuvo relacionado con sus ingresos, ya sea debido a la escasez de productos, las restricciones de operatividad y el confinamiento, o incluso a la reducción de los ingresos de sus consumidores.
Si bien la pandemia tocó a todas las empresas e industrias, las pymes fueron las que más han resentido sus embates. No es exagerado pensar en que muchas de las que siguen en pie son sobrevivientes y, aunque están funcionando, operativamente tuvieron que cambiar, algunas incluso hasta de giro, todo con tal de adaptarse a un contexto que sigue sin darles tregua.
¿A qué se enfrentaron las pymes?
Después de un paro tan extendido y agresivo como fue el Great Lockdown, la mayoría de sectores, industrias y mercados están tratando de recuperar lo perdido simultáneamente, esto ocasiona distorsiones graves en el acceso a financiamientos y en los precios de materias primas necesarias para cualquier línea de producción.
Lo anterior se hace notar particularmente en la cadena de suministros global, la cual aún presenta retrasos considerables en todo el mundo por problemas de escasez y sobreprecios en elementos clave (como los chips semiconductores).
Al problema de las finanzas de cada empresa se suman preocupaciones generalizadas por las operaciones mismas de un negocio. La pandemia obligó a reestructurar modelos antiguos de trabajo para transitar hacia una digitalización agresiva y a marchas forzadas que terminó por consumir empresas de todo el mundo, en particular a aquellas que en medio del confinamiento se les consideró como no esenciales.
Quienes mejor sortearon esa avalancha fueron los negocios que ya tenían al menos un pie puesto en la transición digital, particularmente cuando los canales de venta tradicionales se vieron afectados por un confinamiento generalizado y que parecía no tener fin.
¿Hay vida después del COVID?
Sin duda sí, prueba de ello son las nuevas pymes que con todo y el entorno hostil se están posicionando en un mercado altamente competitivo, además de las otras que siguen en pie de lucha y que incluso, parece, que ya pasaron por lo peor.
La principal lección que ha dejado el COVID-19 es que nunca se puede dar nada por sentado y que existen crisis que pueden trastocar completamente la planeación y logística de cualquier negocio. De tal modo, es fundamental que las empresas sobrevivientes a esta emergencia se hagan valer de aliados y planes estratégicos no sólo para la ‘nueva normalidad’ que se empieza a dibujar, sino previendo también crisis a futuro que, inevitablemente, vendrán.