El segundo punto necesario para comprender este escenario es que las instituciones financieras, tanto de México como de Latinoamérica, están enfocadas en diseñar y ofertar productos para un segmento premium del mercado, es decir, personas con un nivel de ingresos de medio a alto y empleos con salarios fijos.
A diferencia de algunos países europeos o Estados Unidos, en nuestra región estas dos alternativas no están en competencia abierta, ya que están dirigidos a sectores muy distintos. En la era de la banca digital, más allá de hablar de antagonismos, hay que hablar de colaboración.
Las fintech y la banca tradicional pueden y deben coexistir para tener un ecosistema financiero más fuerte y beneficiar a una mayor cantidad de usuarios. Estas plataformas no son antibancos por naturaleza, simplemente están ocupando un vacío que no había sido capitalizado por las instituciones tradicionales. En estos momentos, las fintech son una gran alternativa para un mercado desatendido, como lo son las personas y empresas no bancarizadas.
Los beneficios de la alianza
La revolución de la banca digital no está en el futuro sino en el presente. Las fintech y los bancos pueden tejer alianzas para seguir creciendo, alcanzar nuevos objetivos y brindar mejores productos y servicios a los usuarios. En el corto plazo, la banca tradicional seguirá ofreciendo lo mismo que ahora, pero también dará pasos más sólidos en el camino de la digitalización.
De acuerdo con cifras de Statista Research Department, se estima que para 2022 habrá más de 74 millones usuarios fintech en México, la mayor parte de ellos en el segmento de pagos digitales, pero con una cantidad creciente en otros segmentos como préstamos y finanzas personales. En contraparte, las instituciones financieras también han tenido que modernizarse y entrar al juego.