Estos mercados han dado retornos como pocas veces se ha visto (el mercado estadounidense, ha dado 116% en dólares incluidos los dividendos; el Nasdaq, 134%; el mexicano y el europeo, 82% cada uno; y los bienes raíces, 100%). Los ingresos por impuestos han subido un 20% en Estados Unidos, pues el ciudadano promedio gana mucho más. El fabricante de maquinaria agrícola John Deere, por ejemplo, acaba de dar un bono de 7 meses a sus empleados, evento que se ha visto muy pocas veces.
Las tasas seguirán ultrabajas por un tiempo y la inflación actúa como rescate a las compañías sin utilidades, porque piden prestado por debajo de lo que pueden subir sus precios. Las empresas que sí tienen utilidades las han visto crecer un 62% el último año.
¿Cuál es entonces el problema? ¿Y por qué se siente todo tan frágil? En primer lugar, hay desconfianza en las políticas tan pródigas de los gobiernos. Luego, está la duda de si los mercados podrán seguir el ritmo cuando llegue el tiempo de mesurarlas (y éste se acerca), tanto en lo monetario como en lo fiscal.
En segundo, la inflación es un fenómeno muy complejo de domar y cada día se añaden indicadores nuevos (en México, un 7% no se veía desde hace 20 años, en Estados Unidos los sueldos blue collar han subido por encima del 5%) que conducen a un problema para los próximos años, pues la evidencia es vasta en cuanto al efecto que la inflación tiene en el crecimiento económico por sí misma y claro, el hecho que la autoridad monetaria para domarla aumente las tasas de interés y, con ello, se incremente el costo de fondeo para todo los sectores de la economía.
Los cuellos de botella -y la presión en los costos- se empiezan a presentar ya no sólo en las cadenas de suministro, sino en el proceso de manufactura mismo, en la llegada al último consumidor y en las fases primarias de producción como los alimentos, los materiales de construcción y otras fuentes básicas de oferta de bienes industriales.
En tercer lugar, la exuberancia que viene con la euforia de los mercados, va pintando una historia que hemos visto ya muchas veces -y sabemos cómo acaba-: múltiplos exagerados, OPIs (ofertas públicas de venta) sin utilidades o siquiera ventas, sectores sobrevendidos (como el caso Evergrande en China) y un predominio del rumor para invertir, en sustitución de la información veraz.
Mediciones recientes muestran que quienes más han entrado a los mercados son jóvenes de menos de 25 años y de presupuesto muy bajo, lo que hace al mercado un crisol de altas volatilidad u repentinos ajustes en potencia.