Esto -junto con otros factores dentro del índice de precios al productor- ha llevado a que la inflación se haya incrementado sensiblemente en la mayoría de los países emergentes por lo pronto en sus componentes transitorios, pero se pueden ver indicios de rastros importantes también en algunos componentes cíclicos, los cuales, suelen ser al menos en cierto grado permanentes.
En cuanto a los eventos recientes en China, el affair en Evergrande es mucho más importante que lo que los mercados han descontado hasta este punto, más bien parece como una bola de nieve que caerá sobre un número mayor de desarrolladores chinos y con ello puede darse también un efecto dominó sobre el sector bancario expuesto, especialmente en Taiwán, Hong Kong, Inglaterra, Estados Unidos y Australia. Por esta razón no es aún momento de comprar el piso en el mercado accionario chino.
Más del 70% del ahorro de la población china ha sido forzadamente dirigido hacia la vivienda, con un porcentaje grande de inversionistas chinos incluso teniendo dos, tres o más casas. Parte de esto se debe a la regulación draconiana para invertir en el extranjero, a la alta volatilidad de la Bolsa de Shanghái y del pobre sistema de seguridad social chino.
Estos hechos contextualizan lo grave que una debacle en bienes raíces sería para la economía más grande del Este. Hasta el día de hoy no ha habido un contagio en el sector de high yields global, del aumento importante en el spread que ha ocurrido en China en esta clase de activo, pero no se descarta que la correlación que los dos han llevado hasta el 2020 por 10 años de casi 90% se acabe respetando y si se observe el contagio.
En Estados Unidos pudiéramos estar entrando -al considerar toda la evidencia de las variables económicas- a la última etapa de esta expansión y contrario a los temores recientes, los analistas no esperan una estanflación, muy al contrario, la economía parece estar muy bien posicionada para soportar una inflación por las siguientes razones: la inequidad ha hecho que los ricos gasten menos, aunque hayan sido los que más ayuda recibieran.
La globalización sigue presionando los precios a la baja, tampoco hay presiones por el lado de la oferta laboral. El petróleo cada vez pesa menos en los costos. El gasto en infraestructura será más pequeño de lo pensado y, por último, todo el mundo habla de la inflación, la cual ya no asusta tanto.