De acuerdo con US Mexico Foundation, Estados Unidos ha invertido aproximadamente 250,000 millones de dólares en empresas que están en nuestro país, esta inversión está localizada en las regiones del norte y bajío y provienen en su mayoría de la industria automotriz, lo que ha logrado que las exportaciones de México a Estados Unidos sean principalmente de automóviles y autopartes.
Estos cambios productivos para una economía en vías de desarrollo y que, en la década de 1980 exportaba principalmente petróleo, pueden ser alentadores. Desafortunadamente para México estos resultados son mediocres. ¿Por qué?
Un país que cuenta con una población grande, es decir un mercado interno potencial que puede detonar el crecimiento económico, con una gran cantidad de capital humano a desarrollar, y una ubicación geográfica privilegiada, no sólo por ser vecino de Estados Unidos, sino porque cuenta con acceso al océano Pacífico y Atlántico, se ha conformado con la propia dinámica de reducción de costos de las empresas de exportación, sin generar una estrategia de desarrollo económico encadenada a esto.
Ahora sumemos el desinterés y la falta de estrategia para aprovechar la guerra comercial de Estados Unidos y China. Al parecer México tiene todo para triunfar, pero sigue insistiendo en ser mediocre.
Lo malo de este escenario de desinterés, es que estas oportunidades tardan en repetirse, pues estamos en tiempos de cambios vertiginosos y rápidos.
La industria automotriz está enfrentado el desabasto de insumos, principalmente microchips, lo cual está afectando los niveles de producción y un cambio de paradigma hacia la producción de autos eléctricos. Si México se siente orgulloso de que esta industria represente 4% del PIB nacional y que sea la causante del desarrollo económico de los estados fronterizos y del bajío, ¿qué pasará cuando la norma sea la producción de carros eléctricos y no de combustión?, ¿México será capaz de hacer la transición?
Estos cuestionamientos me llevan a recordar el caso de Baja California, en el que la ciudad de Tijuana era la capital de la televisión. Sin embargo, lo que pocos saben es lo que sufrió la economía estatal cuando enfrentó el cambio tecnológico de la televisión. Es esto un ejemplo de lo que podría sufrir la economía nacional ante los cambios tecnológicos de la industria automotriz.
Sin duda alguna estamos en el mejor momento para desarrollar una estrategia económica, enfocada a detonar nuevas capacidades productivas en el país, con especial atención en la tecnología y el desarrollo del capital humano que tenemos.