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Industria maquiladora de exportación ¿una relación de amor y odio?

La industria maquiladora de exportación no es, y se tiene que dejar de ver, como la enemiga de la industria nacional, al contrario, esta puede ser su gran aliada, opina Alejandrina Barajas Ramos.
mié 11 agosto 2021 12:09 AM

(Exportación) - La presencia de la industria maquiladora de exportación en México es más antigua que el propio TLCAN-TMEC, ya que el surgimiento de esta industria proviene del Programa de Industrialización Fronteriza de 1965, en el que se implementaba el proyecto de la maquila en las ciudades fronterizas del país.

Mucho se podría discutir sobre las ventajas y desventajas de este proyecto, pero lo que no se puede negar es el éxito de este programa en el logro del crecimiento y desarrollo económico de la región fronteriza; de ser economías estatales basadas en las actividades agropecuarias y de comercio, en la actualidad las seis economías estatales generan 37.5% del PIB industrial del país, teniendo en sus territorios actividades productivas de las industrias automotriz, electrónica, aeroespacial y médica.

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Sin embargo, el reconocimiento de estos logros depende de cómo se observe la realidad: vaso medio vacío o medio lleno. Si se observa a la industria de exportación con el vaso medio vacío muchos dirán, y lo han dicho, que ha sido una forma de enriquecimiento de las multinacionales que han encontrado en México mano de obra barata que explotar, para así obtener el máximo de utilidades, impidiendo el desarrollo de una industria nacional.

En cambio, con la visión del vaso medio lleno se podría estar satisfecho con ver hacia atrás y percatarse que los estados que cuentan con esta industria hoy producen bienes que no se producían en sus territorios ni en el país.

Ambas observaciones pueden ser correctas, pero impiden ver la realidad de lo que ha significado la existencia de esta industria para los estados en los que se ha localizado y, las enormes oportunidades que ofrece al país en el futuro. La maquila, y los cambios que ha experimentado en el tiempo, ha permitido a las economías estatales beneficiadas desarrollar capacidades productivas, tecnológicas y educativas que, de otra manera, tal vez no existirían.

Ante la transferencia de conocimientos técnicos y profesionales que no existían previamente en el país, la industria maquiladora de exportación no es, y se tiene que dejar de ver, como la enemiga de la industria nacional, al contrario, esta puede ser su gran aliada.

El dilema actual de las economías estatales con industria maquiladora, y de la economía nacional, es desarrollar una visión y proyecto que permita el encadenamiento de estas industrias a la generación de empresas locales mexicanas. Esto no es nuevo, es parte de la receta de crecimiento económico y desarrollo industrial que ha implementado China.

México tiene en la ecuación un Tratado de Libre Comercio, con la todavía economía más importante del mundo: Estados Unidos, además de compartir una gran frontera con este país. ¿Qué es lo que falta? Visión, liderazgo y, en realidad, implementar acciones efectivas para sacar al país de la pobreza, es decir, hacer todo el territorio de México productivo.

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Hoy más que nunca el país tiene las mejores condiciones posibles: un capital humano experimentado y conocedor de talla internacional, gracias a las maquiladoras, y un vecino estadounidense en guerra, por la supremacía económica, con China. En este escenario, es para que el país ya estuviera implementado una estrategia de atracción de inversiones productivas que están buscando relocalizarse cerca del mercado estadounidense.

Por último, otras dos razones para finalizar el rencor injustificado a la maquila: son las empresas que menos pueden escaparse de Hacienda, debido a que están registradas para tener los permisos requeridos para producir bajo el esquema de industria de exportación; y, después de la crisis económica generada por la irrupción del COVID-19, la recuperación económica del país ha sido encabezada por las industrias manufactureras, sobre todo, por las de exportación.

Nota del editor: Alejandrina Barajas Ramos es investigadora del Centro de Investigación Económica del Noroeste (CIEN) en CETYS Universidad. Síguela en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente a la autora.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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