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¿Criptoburbuja o revolución económica? Los caminos de la disrupción

La promesa cripto va mucho más allá de un club exclusivo de geeks y multimillonarios, apunta Rodrigo Villar.
sáb 05 febrero 2022 12:08 AM
(Foto temática de criptomonedas)
El soporte tecnológico y la promesa disruptiva de las finanzas descentralizadas (DeFi) es común a las criptomonedas, considera Rodrigo Villar.

(Expansión) - Hay escépticos de las criptomonedas de peso pesado. Nassim Taleb, el conocido teórico de los riesgos, autor del influyente libro El Cisne Negro, escribió el año pasado un ensayo para tratar de demostrar su afirmación de que el bitcoin no vale nada. Incluso lo ha comparado con un esquema piramidal Ponzi y ha dicho que blockchain es un prodigio matemático, pero inútil.

Nouriel Roubini, profesor de la Universidad de Nueva York famoso por predecir el crack financiero de 2008, las comparó con la burbuja de los tulipanes de Holanda en el siglo XVII. Para él, no cumplen con ninguna de las cuatro propiedades de una moneda: unidad de cuenta, medio de pago, forma de depósito de valor estable y numerario único.

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Sin embargo, más allá de las teorías, Mastercard ha anunciado planes para que miles de bancos y millones de comercios afiliados a su red de pagos puedan ofrecer productos criptográficos como billeteras y programas de recompensas y puntos. Y Visa acaba de informar que en el último trimestre fiscal los clientes realizaron pagos por 2,500 millones de dólares (mdd) con sus tarjetas vinculadas a criptomonedas, 70% del volumen de todo el año fiscal previo. Asimismo, que trabaja con más de 65 criptoplataformas.

Entre ellas, coinbase, que ya tiene 73 millones de usuarios y tras su salida a bolsa en abril alcanzó una capitalización de mercado de más de 86,000 mdd a menos de 10 años de su lanzamiento. Hoy vale la mitad, con una mala racha de su acción, pero antes de ver el vaso medio vacío, consideremos que los inversionistas de riesgo le inyectaron unos 500 mdd antes de la oferta pública. Nada mal.

Igual que con el propio bitcoin: a pesar de la caída actual y una peor en junio, en dos años su valuación mercado pasó de 170,000 mdd a cerca de 820,000 mdd.

Jamie Dimon, CEO de JP Morgan, en algún momento habló de “oro de tontos”. Sin embargo, su banco acaba de hacer un análisis que apunta a que el bitcoin ya tiene una cuarta parte del mercado mundial de reserva de valor, quitando participación al oro, y a que va por más este año. Desde hace tres años publicó una guía para directores financieros con un título que no tiene nada que ver con una alerta contra quimeras: Blockchain and the Decentralization Revolution.

El soporte tecnológico y la promesa disruptiva de las finanzas descentralizadas (DeFi) es común a las criptomonedas. Más aún, el año pasado comenzó a brindar a clientes patrimoniales acceso a varios fondos criptográficos.

Todo eso se parece más a una evolución acelerada que al castillo de naipes que ven Taleb o Roubini. Si las premisas cambian, las teorías conceptuales del dinero también pueden hacerlo, y tampoco hallaremos la respuesta en la montaña rusa del mercado. Como ha dicho el especialista Harsh Agrawal, fundador de CoinSutra, la inestabilidad persistirá mientras el mercado siga su proceso de maduración.

De hecho, eso es precisamente lo que le gusta al inversor especulativo. Hay que voltear a ver a quienes apuestan a lo que hay de fondo y a largo plazo: a la película completa, sin perderse en los altibajos temporales o subtramas.

El venture capital puede ser mejor indicador. Más allá de opiniones desde las torres de marfil, en 2021 canalizó más de 26,000 mdd a empresas de criptomonedas y blockchain, casi cinco veces más que en 2020, según Crunchbase. No solo es Estados Unidos: en México, Bitso captó 250 mdd para alcanzar una valuación de más de 2,200 mdd.

En 2021 vimos el primer ETF de futuros de bitcoin y el año cerró con la mayor ronda de financiación para una empresa cripto, y no de una plataforma de compraventa: 1,000 mdd para NYDIG, proveedor de infraestructura y soluciones para que instituciones financieras, empresas y organizaciones sin fines de lucro innoven en productos criptográficos, desde servicios bancarios hasta seguros, bajo una visión de inclusión financiera que ve al bitcoin como “un recurso para el progreso humano”.

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En lo poco que llevamos de 2022, se lanzó otra stablecoin de paridad con el dólar, ahora acuñada por un consorcio de cinco bancos del mundo analógico, y se confirmó que PayPal estudia sacar la suya. La plataforma de intercambio FTX levantó 400 mdd en ronda de financiación, para presumir que, con una valoración de 32,000 mdd, supera a gigantes como Deutsche Bank o Nasdaq.

Este año se espera una adopción todavía más acelerada, con varios impulsores, incluyendo una mayor regulación. Más allá de limitar, podría generar confianza y seguridad. A la par, vienen más ETF, probablemente ya con posiciones directas de activos, y soluciones al impacto ambiental por el alto consumo de energía de la minería y los procesos asociados, a partir de tecnologías como las que usan Cardano, Solana y próximamente Ethereum. Con más cajeros automáticos, más personas se familiarizarán con el sector.

A fin de cuentas, la promesa cripto va mucho más allá de un club exclusivo de geeks y multimillonarios. Por ejemplo, puede llevar a cero el costo de envíos de remesas de migrantes. Por ahí puede entenderse la visión de Jack Dorsey cuando habla de que el bitcoin podría remplazar al dólar y cambiar al mundo. Un sueño, pero que persigue, en la práctica, con Block (antes Square), bajo un principio de disrupción similar al que desarrolló con sus socios de Twitter: de la desintermediación de la opinión pública a la desintermediación del dinero.

En la probabilidad de hacer eso está la respuesta a si estamos ante una burbuja especulativa o un germen de revolución económica. Por lo pronto, las criptomonedas han cubierto rápidamente el primer tramo de la disrupción profunda: ampliar, con hechos, los límites de lo posible.

Nota del editor: Rodrigo Villar es un emprendedor social y Socio Fundador de New Ventures, donde busca transformar la manera tradicional de hacer negocios y crear un nuevo modelo empresarial que perciba el impacto como status quo. Cuenta con un MBA del Royal Melbourne Institute of Technology y estudió la carrera de Contabilidad y Administración Financiera por el Tecnológico de Monterrey. Síguelo en Twitter y/o en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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