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La regulación del trabajo digital

Una regulación deficiente puede resultar en una afectación a la industria que incremente las ya altas cifras de informalidad que tiene México, señala Francisco Martínez Domene.
mar 22 febrero 2022 07:04 AM
Repartidores-icc
El trabajo digital llegó para quedarse y su regulación debe comprender los nuevos modelos de negocio, apunta Francisco Martínez Domene.

(Expansión) - El trabajo por tareas y el trabajo remoto son dos ejemplos de cómo han cambiado las expectativas y necesidades del mercado laboral actual y de cómo la tecnología ha redefinido tanto el lugar de trabajo como la jornada laboral. Sin embargo, cada vez está más claro que estas nuevas expectativas solo pueden alcanzarse cuando todas las partes interesadas asumen, de común acuerdo, un nuevo conjunto de responsabilidades y contraprestaciones.

Respecto del trabajo digital, estudios realizados por prestigiosas universidades como el CIDE y el Colegio de México demuestran que la contribución a la economía y a las estadísticas de ocupación que realizan las plataformas es muy relevante. Los usuarios -ya sean pequeños negocios locales, consumidores, choferes o repartidores- reciben importantes beneficios de la intermediación que estas plataformas ofrecen.

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La discusión planteada es altamente compleja y abarca a múltiples sectores y ocupaciones de la sociedad. Como tal, debe ser abordada en todas sus dimensiones y no concentrarse en un sector específico.

Para todos estos trabajadores independientes, el año pasado el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) anunció la firma de un convenio con las principales plataformas de movilidad y reparto que operan en nuestro país para que conductores y repartidores tengan acceso a todos los beneficios del régimen obligatorio de seguridad social a través de un esquema voluntario en el que conservan su autonomía y flexibilidad.

Ahora bien, el reto central que enfrentamos excede a los trabajadores digitales y consiste en definir la mejor manera de ordenar el acceso a derechos a los que hoy sólo los trabajadores formales, tanto subordinados como independientes, tienen acceso. Al cierre de diciembre de 2021, 56.9 millones de mexicanos no tienen acceso a un empleo formal, según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), que dio a conocer el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). Estas personas se dedican a actividades que van desde el ambulantaje hasta trabajadores del hogar que aún no acceden al régimen al que tienen derecho.

Sin trabajo formal no hay acceso a satisfactores básicos para una buena vida. Más de la mitad de la población ocupada en México no tiene acceso a contratos ni seguridad social; a servicios médicos, de financiamiento a la vivienda o al consumo, guarderías, ahorro para el retiro o servicios deportivos y de esparcimiento. En el último mes de 2021, se tuvo registro de más de 32 millones de trabajadores en la informalidad, lo que representó un aumento con respecto al mismo mes de 2020.

Necesitamos aspirar a una seguridad social universal. El reto para los gobiernos y legisladores en todo el mundo está en permitir que los nuevos esquemas laborales, trabajadores e industrias que representan las primeras manifestaciones de un nuevo modelo económico florezcan al tiempo que se fortalecen los derechos humanos de quienes participan en ellos y que todos, independientemente de nuestro estatus laboral, recibamos una protección integral.

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Lo cierto, en relación con el trabajo digital, es que llegó para quedarse y su regulación debe comprender los nuevos modelos de negocio, la redefinición de relaciones entre agentes económicos y las preferencias de las nuevas generaciones que reclaman más poder de decisión sobre su tiempo y sobre su espacio. Una regulación deficiente puede resultar en una afectación a la industria que incremente las ya altas cifras de informalidad que tiene México.

Los debates aquí planteados decidirán el futuro de la economía, de su digitalización y virtualización en todas las industrias y, en última instancia, de la competitividad de nuestro país. Para llegar al mejor resultado posible, en esta conversación todas las partes deben ser escuchadas: empresas, trabajadores, tecnólogos, académicos y expertos multidisciplinarios. En éste se tienen ante sí un reto enorme: que exista una regulación que pueda funcionar para los próximos años.

Nota del editor: Francisco Martínez Domene es ejecutivo con más de 25 años de experiencia en la industria del staffing. Es CEO The Adecco Group México y ha sido designado Secretario General de la Asociación Mexicana de Empresas de Capital Humano (AMECH) para el bienio 2021 – 2022. Síguelo en Twitter y/o en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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