Publicidad

Síguenos en nuestras redes sociales:

Publicidad

¿Qué aprendimos el día que el mundo se detuvo?

Sin duda, hay un antes y un después de la pandemia en la manera de trabajar, de consumir, de estudiar, de valorar y hasta de convivir, señala Bárbara Anderson.
lun 04 abril 2022 05:05 AM

(Expansión) - El 10 de abril de 2020 fue el día con menor actividad económica en el planeta. Desde Oriente hasta Occidente, era el punto más alto del confinamiento de la pandemia por el COVID-19.

Revisando gráficas de The Economist que muestran un resumen de la crisis sanitaria, se ve claramente cómo el PIB global hace un valle hasta caer 20% ese día. A partir de esa fecha, los países tomaron medidas para tratar de controlar el avance de un virus que ha dejado una marca indeleble en este siglo.

Publicidad

La misma publicación fue la primera en medir el ‘exceso de mortalidad’, la diferencia entre el volumen estándar de muertes por país y por ciudad, en un año sin pandemia versus los dos años que hemos vivido con el SARS-CoV-2. No todas las muertes son atribuibles al virus, muchas fueron por la saturación hospitalaria que impidió atender emergencias distintas al COVID.

A nivel global hasta marzo de 2022 (dos años exactos del anuncio de la pandemia por parte de la OMS), el total de fallecidos sumó 19 millones. Esto equivale a borrar del mapa a la población de Chile, por ejemplo.

Según este análisis –uno de los más serios que hubo en medio de una danza de números que cada país reportó–, México ronda entre 660,000 y 750,000 muertos, una diferencia de casi el doble versus los 320,000 oficialmente reportados en este segundo aniversario. Esto nos colocó entre los cinco países con la mayor letalidad del planeta.

Sin duda, hay un antes y un después de la pandemia en la manera de trabajar, de consumir, de estudiar, de valorar y hasta de convivir. Y eso se notó sin duda en la generación de riqueza.

En México, hasta el mes pasado no se había logrado regresar a las cifras macroeconómicas previas al anuncio del primer caso, el 28 de febrero de 2020.

Si bien es cierto que no hay que culpar de toda la caída de la economía al virus –la economía venía desacelerándose desde diciembre de 2019–, la verdad es que tampoco se aprovechó la coyuntura para pisar fuerte en el fondo de la crisis para rebotar rápido, como ocurrió en otros países.

En México, la segunda mayor economía de la región y la decimosexta del mundo, se mezcló la salud con la política, la ciencia con las campañas proselitistas y las medidas sanitarias con decisiones populistas. Como resultado, entre las 50 economías más grandes, hoy se ubica en la posición 44 en recuperación del PIB, por debajo de Sudáfrica, Vietnam y Nigeria.

En 2020 vimos una caída histórica de la economía de 8.2%, la mayor desde la Gran Depresión y aunque en 2021 se esperaba un rebote de 6%, solo fue de 4.8%. Para este año, el crecimiento consensuado por organismos privados y el gobierno es de 2.3%.

Sin duda, esta cifra tan mediocre tuvo como aditivo la ausencia de apoyos a particulares, de redes de contención financiera y fiscal para proteger a mipymes y pymes, y un gasto público ‘austericida’.

Publicidad

Entramos a abril, 730 días después de aquel momento del freno económico mundial, con un país con semáforo epidemiológico en verde; pero sin muchos planes claros de cómo aprovechar el valle de caída de contagios y muertes para reactivar la economía.

Somos socios del bloque comercial más poderoso del mundo (T-MEC); pero en dos años no se ha tratado en ningún momento la necesidad de sumar a los paneles de discusión y de generación conjunta de riqueza un capítulo dedicado a una crisis sanitaria ni al apoyo y coordinación –no solo comercial– de los tres socios: Canadá, Estados Unidos y México.

Han pasado dos años del día que el mundo se paró por completo, que vivimos de cerca el horror de una enfermedad que se dispersó hasta el último hueco del planeta y aún no tenemos a la vista ninguna alineación, al menos, entre nuestros vecinos/socios sobre cómo reaccionar ante la siguiente pandemia, que muchos vaticinan, ya no será tan rara ni tan lejana como la que se vivió en 1918.

Nota del editor: Bárbara Anderson es editora, columnista y speaker de negocios y finanzas. Activista de los derechos de personas con discapacidad; dirige yotambien.mx, un sitio de noticias sobre inclusión. Síguela en Twitter como @ba_anderson Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente a la autora.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

Publicidad

Newsletter

Únete a nuestra comunidad. Te mandaremos una selección de nuestras historias.

Publicidad

Publicidad