Si bien registramos varias semanas con indicadores a la baja de COVID-19, pensar en que la pandemia está cerca de convertirse en endemia, es inexacto. Actualmente estamos en el valle de la cuarta ola en donde se siguen registrando contagios, hospitalizaciones y muertes. Sí, se han aplicado millones de vacunas, contamos con más información sobre los patrones de conducta del virus, hay más protección hacia las poblaciones vulnerables, pero la batalla aún no está ganada.
“Hablamos de un canal endémico cuando el número de casos que estamos reportando se mantiene estable a lo largo del tiempo”, explica el doctor Samuel Ponce de León, coordinador del Programa Universitario de Investigación en Salud y de la Comisión de Respuesta al COVID-19 de la UNAM. “Aún es posible, están dadas las condiciones de que surja una nueva variante con características de transmisión más complejas y con una virulencia más alta. Esperemos que no ocurra”.
En Estados Unidos empezó a repuntar la actividad de contagios. En Nueva York, Texas, Kentucky, Washington, es cuestión de días para registrar más casos de COVID-19. Algunos países de Europa registran oscilaciones con tendencias al alza.
En México, ciertamente, estamos en una fase de muy baja transmisión y con un panorama a corto plazo con buenas expectativas. De acuerdo con los expertos en la materia, hemos desarrollado una “inmunidad híbrida”, con un alto número de infecciones naturales que se suman a las vacunas ya aplicadas. “No tenemos una cuantificación puntual (de la inmunidad híbrida), asumimos que estamos por arriba del 80% de la población con algún nivel de inmunidad”, afirma el doctor Ponce de León.
Frente a eso, lejos de relajar medidas, tenemos que afianzar lo ganado, y eso significa no dejarnos llevar por una actitud triunfalista. La endemia no empieza cuando nos quitemos el cubrebocas. Al contrario. Hoy, por ejemplo, es más útil el cubrebocas que el uso de una corbata. Incluso, cuando llegue el día en el que la autoridad nos diga que es momento de despedimos del cubrebocas, valdría la pena considerar la pertinencia de mantenerlo, por decisión propia, como una muestra de responsabilidad.
La quinta ola de COVID-19 no llegará pronto. Quizá, en Semana Santa, haya un repunte, pero se estima que no sea grave dado que hoy la variante dominante es la subvariante de Ómicron, que es un poco más contagiosa pero menos virulenta, no escapa a los diagnósticos ni a la respuesta inmune.
Hay países que empiezan a cambiar sus reglas de operación frente a la pandemia. España, por citar un caso, ya modificó su estrategia de vigilancia y sus protocolos de manejo de los pacientes, de tal forma que a quienes tienen síntomas de COVID-19 se les recomienda quedarse en casa y dejar que las vacunas y el sistema inmune hagan el resto. Visto así, España ya quiere caminar hacia la endemia.
“La pandemia, algún día, terminará, para dar paso a la endemia, pero con ésta última no significa que sea menor el problema, simplemente ya sabremos por dónde andará el virus”, complementa Mauricio Rodríguez, vocero de la Comisión de la UNAM para el COVID-19. “Ya sabremos que habrá pico en cada verano, diciembre, enero”.
Si no surge alguna variante de preocupación que venga a descomponer todo, 2022 será el año de la transición hacia la endemia. Para ello, algunos países declararán, antes que otros, el fin de la pandemia en sus territorios. Pero eso no será mañana, ni pasado mañana. Mejor, antes de cantar victoria, asumamos los retos post-COVID.