El recuento de proyectos sin éxito para construir un nuevo aeropuerto internacional de la Ciudad de México desde los terrenos en Tizayuca hasta el gran costo público de cancelación del NAICM que la ASF estimó en la controvertida cifra de 331,996 millones de pesos, superior en 232% a lo comunicado por el Gobierno de México, estaban planeados para poder operar pistas simultáneas y así atender la creciente demanda de conexión que tiene la CDMX.
Un aeropuerto capaz de mover millones de pasajeros al año y miles de toneladas de carga es una condición necesaria para que México se vuelva más competitivo y seamos una economía más productiva.
El punto de conexión comercial para detonar la ventajas competitivas que tenemos mediante el tratado de libre comercio entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) para dinamizar la economía del país en un entorno de bajo crecimiento económico se diluyeron cuando apostamos por convertir una base militar en el aeropuerto internacional que necesitamos.
Necesidad que otros países como Panamá han aprovechado con los beneficios económicos, tributarios y sociales que un aeropuerto planeado para atender necesidades específicas genera.
Más allá de la falta de vías de comunicación para que el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) pueda ser exitoso, la falta de infraestructura como el abasto de turbosina o de servicios aeroportuarios, se materializa la inoperatividad del espacio aéreo compartido entre el AICM y el AIFA. Diversos expertos en la materia alertaron este gran problema desde su proyecto, construcción y puesta en operación. Afortunadamente, desde el 21 de marzo que fue inaugurado, los controladores aéreos, pilotos y miles de trabajadores de la industria han evitado un accidente en el AICM –principal aeropuerto de México–.
Sin embargo, sobra la evidencia de que nos encontramos cerca de un desastre en la capital del país, por la entrada en operación del AIFA.
El 25 de mayo de 2021, la FAA degradó a Categoría 2 al espacio aéreo mexicano por no cumplir los estándares de seguridad de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI). Esta situación compartida con países como Venezuela, impide que las compañías aéreas mexicanas ofrezcan nuevas rutas hacia Estados Unidos, limitando aún más nuestra posible reactivación económica.
También impide que el AIFA pueda ofrecer rutas hacia EUA, incluso si consiguiera la certificación pendiente por parte de la OACI.