La educación empresarial desarrolla habilidades que preparan para un mundo incierto, fomentan la creatividad y la colaboración, identifican problemas, fomentan la pasión y la persistencia, y los preparan para cambiar al mundo. Sin embargo, la pregunta es si esos cursos marcan alguna diferencia en el futuro empresarial de sus estudiantes.
Justin Wilcox, uno de los fundadores de TeachingEntrepreneurship.org, considera que las habilidades clave del espíritu empresarial se aprenden mejor en el contexto del mundo real. "Nadie aprende a tocar un instrumento o a montar en bicicleta leyendo un libro de texto. Del mismo modo, las habilidades empresariales se desarrollan practicándolas", dice.
Eso lleva a pensar en la participación, en la formación de emprendedores, de empresarios que han tenido tanto éxitos como fracasos en sus proyectos, a muchos de los cuales a la mejor les fue mal en la escuela o, definitivamente, abandonaron la universidad, lo cual no fue impedimento para iniciar su propio camino.
Ellos se pueden convertir en formadores que aporten una visión que ayude a organizar el camino de un emprendimiento y su forma de gestión; de ellos se puede obtener la formación necesaria para alcanzar el objetivo de hacer realidad una idea. Son líderes que, sin ser profesores universitarios, pueden aportar sus experiencias de emprendedores que ayuden a tener una mejor idea de lo que significa la verdadera vida empresarial.
Conforme a los expertos, las respuestas que buscan los emprendedores no se encuentran en los libros de texto. La mentalidad ha cambiado y hoy ya no se buscan las respuestas en un libro sino a través de preguntar a otros, lo que genera una tutoría natural entre un formador y quien desea iniciar un negocio.
Mike Seper, Director del Programa de Fomento de la innovación para la seguridad nacional en la Universidad de Washington, lo expone así: “Las lecciones que aprendí durante las horas de oficina fueron mucho más valiosas que todo lo que aprendí en un libro de texto”.
No es sorprendente que cada vez más educadores empresariales hacen a un lado los libros de texto y los sustituyen con el enfrentamiento a la realidad. Algunos líderes formadores gustan de mantener abierta su oficina, no sólo para observar el desempeño de los empleados, sino para motivar conversaciones de donde podrían surgir nuevos proyectos.
Otros, aun cuando mantienen la cultura de la privacidad en su oficina, dedican tiempo a caminar entre el personal en donde es posible improvisar una clase sobre algún aspecto específico de trabajo, y en donde el empleado puede comprender y procesar mejor las enseñanzas.
Para un empresario formador resulta muy energizante ver a los emprendedores poner toda su voluntad para aprender y aplicar el aprendizaje en sus proyectos; para quien está abierto al conocimiento y experiencia, la retroalimentación en sus esfuerzos les ayuda a preparar el terreno para el éxito.
Recientemente empezó a cobrar fuerza un proceso de certificación que ayuda a sacar las ideas de los laboratorios y universidades para llevarlas al mercado para enfrentarlas con los retos de la incertidumbre de crear innovaciones exitosas. Su propósito es ayudar a construir un emprendimiento a partir de cero, crear emprendedores disruptivos y ayudarlos a refinar sus ideas innovadoras, acompañarlos a lo largo de toda la jornada del emprendimiento y capacitarlos en la metodología EBELI (Evidence Based Entrepreneurship & Lean Innovation).