Cuando un emprendimiento empieza a crecer y se quieren lanzar nuevas ideas, comienzan retos importantes como el encontrar clientes o desarrollar productos escalables, especialmente cuando se requieren capacidades de fabricación y recursos financieros.
Entonces es necesario acercarse a una gran empresa para convertirse en una startup corporativa con los beneficios que le reporta la gran empresa como: una marca reconocida que la startup puede capitalizar logrando el beneficio de la duda ante un nuevo producto; el poder de la mercadotecnia para apoyar el lanzamiento de un nuevo producto; o la capacidad de fabricación que la mayoría de los emprendimientos solo pueden soñar.
La mayoría de las empresas existentes reconocen que el crecimiento y el éxito empresarial orgánicos no provienen necesariamente dentro de sus propias paredes y por eso buscan la posibilidad de apoyo externo como estrategia corporativa.
Una encuesta realizada en 2017 arrojó tres parámetros para generar un crecimiento orgánico: investigar e invertir (detectar qué estrategia dará mejores resultados); crear y recrear (salir de la zona de confort y generar nuevas ideas); y, poner manos a la obra.
Y, justamente, el tema de generar nuevas ideas está llevando a las grandes empresas a buscar ese satisfactor a través de los emprendimientos. Emprender o morir es la máxima que ya siguen varios gigantes empresariales en todo el mundo, quienes, para sobrevivir a la era digital, buscan colaborar con el ecosistema emprendedor.
Cuando buscan ideas innovadoras y un nuevo mercado al cual introducirse, las empresas suelen dirigirse a una colaboración con startups porque éstas suelen ser disruptoras del mercado y tienen ventajas para el futuro panorama empresarial como: apostar por nuevas y mejores formas de pensar para innovar en productos; aprender por los errores y superarlos rápidamente; escalabilidad; y conocimiento de su entorno.
Las grandes empresas ven los programas de apoyo a emprendedores como una oportunidad para encontrar nuevas ideas en una fase temprana y quizás asociarse con los más innovadores de la actualidad, invertir en ellos o aprender de ellos. Están deseosas de aprovechar la experiencia de los empresarios innovadores y muchas de ellas ya han creado incubadoras o fondos destinados a las emprendedores.
Transformar una empresa hacia la innovación a través de la colaboración con una startup puede representar una dificultad en términos de gestión, ya que implica hacer cosas de forma diferente y trabajar de manera distinta a lo habitual. Por ello, antes de entrar en un acuerdo de colaboración empresarial, las empresas necesitan asesoramiento y ayuda tanto interna como externa. Internamente dependen de las divisiones comerciales más importantes y de la dirección de la empresa para sincronizarse con los tiempos y formas de trabajo de los emprendedores.
Externamente requieren de la experiencia de otros para identificar en el ecosistema a aquella startup que tenga el potencial de adaptarse al negocio y escalar. Requiere de profesionales que contribuyan a desarrollar soluciones innovadoras y faciliten el compartir habilidades.