Todo esto se ve reflejado en la estrategia empresarial fijada por los directores generales de las compañías latinoamericanas igual que en el resto del mundo. Hoy en día las prioridades de los máximos ejecutivos de las grandes compañías son fomentar el crecimiento en primer lugar, y todo lo relativo a tecnología en segundo lugar.
En este contexto de negocio, para ser exitosas, las organizaciones latinoamericanas deben ser excelentes en el uso de las nuevas tecnologías, y en la gestión del cambio que éstas provocan. Las compañías latinoamericanas deben invertir en nuevas tecnologías como palancas indispensables para acometer los retos que tienen alrededor de la necesidad de crecimiento, la mejora de la productividad, y algo a lo que últimamente estamos dando mucha más importancia: la capacidad de seguir operando pase lo que pase.
Lo primero que deben conseguir las compañías es saber adaptar sus modelos de negocio para aprovechar al máximo las posibilidades de las nuevas tecnologías. Hay que saber obtener el valor que tiene el poder atender a muchísimos más clientes con costos marginales mucho más bajos, la oportunidad que significa el poder hiper-personalizar las ofertas que les hacen a sus clientes, o cómo aprovechar los famosos efectos de red para fidelizar clientes.
Lo segundo es adoptar de manera contundente y prioritaria lo digital, diseñando la relación con sus clientes entendiendo que el primer y principal punto de contacto con ellos es a través de, por ejemplo, sus aplicaciones móviles, sitios web, o asistentes virtuales. Además, para que esto sea posible, el resto de la infraestructura de tecnologías de la información, la organización y los procesos de la compañía, tienen que estar alineados en este sentido. No vale tener la mejor aplicación móvil para atender al cliente si llega un momento en el que debe ir físicamente a una oficina para entregar un papel firmado de su puño y letra.
Pero el mundo físico no desaparece, sino que también se transforma con el uso de las nuevas tecnologías. El tercer punto a tener en cuenta para ser excelentes en el uso de nuevas tecnologías es que se debe acompasar la adopción de lo digital con el cambio en la experiencia física que le damos a los clientes. Las personas seguimos queriendo conducir un modelo de coche antes de adquirirlo, o probarnos ropa antes de comprarla, pero el cómo pedimos cita para ir al concesionario, el cómo se nos recibe en el punto de venta, o la adaptación de la información que se nos da sobre el producto, sí debe estar apoyada en el uso intensivo de nuevas tecnologías.
El cuarto punto es que es necesario asimilar e integrar en la organización otros cambios que las nuevas tecnologías están provocando. Así, por ejemplo, el tratamiento de la seguridad informática no puede ser el mismo en un contexto en el que trabajamos desde casa sin estar directamente conectados a la red de nuestra empresa.
Y el quinto y último punto es atreverse a probar tecnologías y modelos de negocio. Hay que tener un ojo puesto en el presente, y otro en el futuro. Hay que estar abiertos a detectar lo emergente, experimentar con ello, y conseguir convertir el uso de una nueva tecnología en una ventaja competitiva antes que el resto.
Los líderes de las compañías latinoamericanas que usan de verdad las nuevas tecnologías como ventaja competitiva hacen cosas diferentes. Ponen foco en la visión de negocio, piensan en cómo el uso de cierta tecnología va a transformar la compañía, y sobre todo cómo va a afectar a empleados y clientes.