En el capítulo dedicado al flujo comercial, el panorama tiene muchos subcapítulos. El T-MEC, con todo y las amenazas que gravitan en ciertos rubros, está funcionando. No a los niveles que se tenían en el sexenio pasado, estimados en 35,000 mdd aproximadamente, pero hoy se habla de +- 26,000 mdd, a lo que habría que analizar si se trata de inversión inercial, que ya se tenía contemplada desde tiempos del TLCAN y considerando que el horizonte de planeación de las empresas suele ser de hasta cinco años.
Como sea, un asunto que se observa sólido, en medio de las arenas movedizas, es el Diálogo Económico de Alto Nivel (DEAN) que está teniendo lugar. Los canales institucionales creados con Obama y Peña Nieto, que se perdieron con Trump, están de vuelta. El resurgimiento del mecanismo es una buena noticia porque lanza la señal de coordinación para enfrentar desafíos económicos multidimensionales.
En contraste, las controversias en el marco del T-MEC también gravitarán. Así, por ejemplo, se espera que en otoño un panel emita una resolución en torno de las reglas de origen en el sector automotriz y, recientemente, otro panel resolvió a favor de Canadá por el cobro de aranceles en la exportación de paneles solares a Estados Unidos.
El principal foco rojo ya está muy socializado: las inversiones en el mercado eléctrico. El pronóstico es que Estados Unidos está a punto de solicitar consultas formales, que son la antesala a un posible panel de solución de controversias, en el sector energético. Se dice que en juego están inversiones superiores a los 10,000 mdd y que, si un panel lograra favorecer a Estados Unidos, los costos para México serían muy, muy altos.
“Cada vez nos estamos alejando de la posibilidad de aprovechar las ventajas que ofrece el T-MEC en el contexto de la reconfiguración de cadenas productivas por las condiciones internas para la inversión. No se está aprovechando plenamente y está creciendo el número de asuntos en los que hay tensión y que pueden derivar en controversias y/o arbitrajes”, acusa Gerónimo Gutiérrez, ex embajador de México en Estados Unidos.
Estados Unidos no ha endurecido la pierna para tener una postura más sólida frente a las violaciones en materia del T-MEC. Las tensiones están aumentando y, ello, podría ser un factor muy delicado a considerar en un futuro análisis: la revisión del T-MEC programada para 2026.
A diferencia del TLCAN, el T-MEC tiene una cláusula de revisión cada seis años. El objetivo es recibir insumos de la sociedad civil, empresarios, academia, Congreso, para ir mejorando el tratado. La revisión de 2026 es una gran oportunidad para México de empujar temas pendientes como movilidad de profesionales, economía digital, equidad de género, cambio climático. Pero el tiempo vuela y éste puede correr en contra nuestra.