Desde el cuidado a sus colaboradores hasta el del medio ambiente, el nuevo rumbo de las empresas está definido por su responsabilidad social. Tras dos años de crisis y contratiempos, el objetivo final de las empresas no está únicamente en su crecimiento como compañía, sino en lo que pueden aportar a su comunidad y su entorno. ¿Por qué hacerlo? Simple: el futuro de todos depende de ello.
La columna de una empresa
El comandante estadounidense William H. Raven en su libro Tiende tu cama y otros pequeños hábitos que cambiarán tu vida y el mundo describe la importancia del cuidado de los aspectos más íntimos de una persona para de ahí partir y lograr cosas más grandes en su comunidad y entorno. Algo similar pasa con una empresa. La responsabilidad social comienza por cuidar el interior para sentar las bases para algo más grande, desde generar rentabilidad hasta impactar social y culturalmente a su alrededor.
Un buen inicio para las compañías es cuidar de sus colaboradores. Ofrecer sueldos dignos, por un lado, pero que estén acompañados de bienestar holístico, cuidado a su salud (mental y fisiológica) y ambientes armónicos de trabajo. Durante la pandemia, por desgracia, muchas empresas se vieron obligadas a recortar gastos y con ello personal. Incluso en momentos de dificultad, una empresa socialmente responsable sabe que le corresponde proteger a su talento, construir una comunidad que, en equipo, sabrá salir fortalecida de cualquier escenario.
Transformar el entorno
Pero además de construir hacia adentro, una empresa con responsabilidad social buscará con acciones concretas la transformación de su entorno. Porque en la medida que se creen beneficios para una comunidad y su medio ambiente, todos florecen en su conjunto. Como dice el clásico, cuando llueve, llueve para todos. Porque la generosidad crea espirales de círculos virtuosos que se pueden retroalimentar.
Particularmente, hoy en día estamos frente a una crisis ambiental que definirá a las siguientes generaciones del planeta. El calentamiento global afectará a todo el mundo, rearticulando las formas en que vivimos. Producir por producir, sólo con ganancias en mente y sacrificando los recursos naturales de nuestras comunidades traerá consigo consecuencias inimaginables.
En ese sentido, la responsabilidad social para con el ambiente no es el nuevo rumbo de las empresas, es el único que permitirá que, de hecho, haya un futuro en el horizonte.