Un primer efecto para la banca comercial por el ciclo de alzas será el entorno retador para el crecimiento real de las carteras, lo que reforzaría la tendencia de bajo crecimiento en términos reales observada desde 2020. En este sentido, considero que la banca adoptó una posición cauta ante la incertidumbre generada por el COVID-19, ya que implementó políticas de aprobación de crédito más conservadoras. Espero que la postura cautelosa de la banca se mantenga durante 2022, donde el entorno económico con riesgos a la baja limitaría el apetito de riesgo de las instituciones financieras.
Complementando lo anterior, el incremento de las tasas podría repercutir en una menor demanda de crédito en ciertos sectores económicos. Si bien se pudieran presentar necesidades de liquidez que se podrían atender a través del crédito bancario, también se postergarían decisiones de inversión por mayores costos de financiamiento. La combinación de un crecimiento limitado en la oferta y una menor demanda por incremento de las tasas llevarían a un balance de riesgos a la baja para el crecimiento del sector.
Es importante recalcar que una menor tasa de crecimiento en comparación con los años prepandemia no implica un deterioro en la posición financiera del sector, el cual ha mostrado una resiliencia relevante tras los choques. En este sentido, las métricas de solvencia del sector se han fortalecido, gracias a la postura conservadora de la banca ante un entorno de incertidumbre. De igual forma, la generación de utilidades del sector también muestra una tendencia positiva. Estos factores dejan a las instituciones bancarias bien posicionadas para enfrentar los retos económicos actuales.
Diferenciando las perspectivas por segmento, esperaría que los créditos destinados para la adquisición de bienes duraderos, inversiones o adquisición de activos productivos enfrenten directamente las presiones en el crecimiento, lo que impactaría a las carteras empresariales o hipotecarias. Por otra parte, los créditos de consumo y de capital de trabajo tendrían un menor impacto en su demanda, ya que el efecto de mayores tasas de interés se compensaría parcialmente por las necesidades de liquidez de los acreditados, en particular, me refiero a los productos como tarjetas de crédito y créditos pyme.