Las criticas van desde calificarlo como un “instrumento perverso” para introducir la agenda woke de la izquierda en el mundo de los negocios, hasta considerarlo perjudicial porque “roba atención” al tema central del cambio climático, e incluso quienes lo ven como una “cortina de humo” que permite a las empresas esconderse tras una narrativa que carece de sustancia.
Hace un par de semanas, la influyente revista The Economist dedicó su reporte especial a ESG, con una portada titulada “ESG. Las tres letras que no salvarán al planeta”. El reporte destaca varios retos del movimiento ESG, entre ellos: el hecho de que agregar cuestiones ambientales, sociales y de gobierno corporativo puede generar objetivos difusos e incluso en conflicto; la cuestionable veracidad de que el buen comportamiento de las empresas es mas lucrativo, cuando frecuentemente implica costos; y la falta de rigor y consistencia en los estándares de revelación y calificaciones (ratings) ESG.
Este reporte ha generado gran conversación y debate. Hay tres puntos que quisiera destacar:
El movimiento ESG no es sustituto de la acción gubernamental. Es claro que los grandes retos que enfrenta la humanidad no pueden resolverse trabajando en silos. Por el contrario, requieren colaboración estrecha entre gobiernos, academia, empresas privadas y sociedad civil. Las empresas han probado ser plataformas de innovación y escala para resolver problemas, en muchas ocasiones, con mayor velocidad y efectividad que los gobiernos.
Sin embargo, esto no implica que los gobiernos deban sacar las manos y dejar los temas en manos de las empresas. El combate al cambio climático es un claro ejemplo donde los gobiernos nacionales y supranacionales deben tomar acciones decididas y coordinadas, no solo para mejorar los estándares de revelación en materia ambiental, sino también para asegurar que las empresas asuman el costo de sus externalidades. El mejor ejemplo es el tema impostergable de impuestos de carbono.
La estandarización es un tema pendiente, pero avanza. La multiplicidad de criterios y métricas ESG y su inconsistencia generan confusión e ineficiencia. Desde hace años, empresas, inversionistas y expertos han señalado la importancia de estandarizar dichos criterios y métricas para contribuir a la mejor toma de decisiones.
Hace unos días, la Fundación IFRS (International Financial Reporting Standards) anunció haber finalizado la consolidación de la Value Reporting Foundation (Sustainability Accounting Standards Board), en seguimiento al compromiso asumido en la COP26 de consolidar el personal y los recursos de las principales iniciativas de divulgación de la sostenibilidad para los mercados de capitales a nivel mundial.