Entre los ejemplos más visibles está la reacción virulenta de Elon Musk tras la salida de Tesla del índice ESG del S&P 500 y la consecuente caída en el precio de sus acciones en 6%. Aun cuando Tesla es frecuentemente aplaudida por su desempeño en materia ambiental, también es cuestionada por supuestas prácticas de discriminación racial y condiciones laborales inadecuadas en sus fábricas.
Al respecto, el hombre más rico del mundo declaró que “ESG es una estafa. Ha sido convertido en un arma por falsos guerreros de la justicia social”. En un tono similar, el famoso inversionista Peter Thiel calificó ESG como una "fábrica de odio para señalar enemigos" y a las inversiones con enfoque ambiental como "falsas".
Por otro lado, el encargado de las inversiones sostenibles en HSBC a nivel global señaló, en un foro de gran relevancia, que los riesgos financieros relacionados con cambio climático han sido exagerados y deben recibir menos atención. El CEO del banco tuvo que intervenir para aclarar la situación, enfatizando la importancia de este tema para la institución.
Además, algunos precursores de las inversiones sostenibles han mencionado que la “atención desmedida” en torno a las ESG ha “robado el foco” al cambio climático y quizás el término ESG deba desaparecer.
Más allá, el término ESG ha tomado un tinte político y recibe críticas desde ambos lados del espectro. Una parte de la derecha etiqueta al movimiento como woke, imputándole un falso posicionamiento de superioridad moral. En el otro extremo, la izquierda radical critica las iniciativas ESG de las empresas tachándolas de insuficientes o simplemente mercadológicas. Esta tensión destaca la importancia de “despolitizar” el movimiento ESG.
Ante esta oleada de ataques, nadie sabe cuál será el futuro de la “revolución ESG”. Por mi parte, auguro larga vida para este nuevo enfoque de gestión empresarial. A continuación, menciono cinco macrotendencias en las que baso esta perspectiva.
Primera, los riesgos ambientales, sociales y de gobierno corporativo ocupan un lugar importante en la agenda de los directivos y los consejos de administración. Múltiples encuestas realizadas a nivel global destacan la creciente importancia que tienen los temas ESG en la agenda de los consejos, así como la necesidad de profundizar su conocimiento (ej. 2021 PwC Annual Corporate Directors Survey ).
Los directivos han incorporado estos temas en sus mensajes (internos y externos) y los mencionan como elementos integrados a la estrategia del negocio.
Segunda, la regulación sigue avanzando y la convergencia se acelera. En los últimos meses, las autoridades de valores en varias economías desarrolladas (Estados Unidos, Reino Unido, Unión Europea) han publicado nuevas disposiciones o proyectos de regulación para incrementar los deberes de divulgación en materias ambiental y social (principalmente, con enfoque en la fuerza laboral). Al mismo tiempo, existen avances en la convergencia de los estándares de reporte de información ESG.
Tercera, existe un mayor escrutinio del greenwashing por parte de las autoridades. En semanas recientes, la U.S. Securities and Exchange Commission acusó a la minera brasileña Vale por supuesta falsedad en su divulgación sobre temas ESG y advirtió que protegerá “agresivamente (los) mercados de los infractores, sin importar en qué parte del mundo se encuentren".
La misma autoridad multó a BNY Mellon por las afirmaciones engañosas sobre sus fondos de inversión que dicen seguir criterios ambientales y sociales para elegir acciones. Además, las autoridades alemanas realizaron una redada en las oficinas de DWS, una filial de Deutsche Bank, argumentando que la compañía engañó a sus inversionistas con supuestas “inversiones verdes”. Su CEO renunció de manera casi inmediata.
Esta tendencia, junto con la anterior, contribuirán a dar claridad y certeza a los criterios y procesos que sigan las empresas que reportan información ESG, así como las instituciones financieras que ofrecen inversiones etiquetadas como ESG, verdes o sustentables. Estas son buenas noticias.