Pero no solo el dinero es un elemento determinante en esta tendencia que continúa, muchos colaboradores han reevaluado sus condiciones laborales y sus prioridades a raíz del COVID-19. La alta rotación laboral también implica que muchos ya no están satisfechos con los beneficios y las condiciones que les brindan sus organizaciones.
Grandes renuncias son una gran pérdida de tiempo y dinero: contratar y capacitar a los trabajadores es costoso; la odisea de buscar un nuevo empleo es dura también. Por fortuna, esto se puede minimizar a través de métodos que brinden a los colaboradores satisfacción, un sentido de propósito y de autonomía, pero también de pertenencia.
La felicidad organizacional y la psicología positiva son claves en este sentido. La primera consiste en producir bienestar en los colaboradores y que eso provea a las empresas una ventaja competitiva no imitable. Se trata de ofrecer y facilitar a los trabajadores las condiciones y procesos que les permitan potenciar sus fortalezas individuales y con ello alcanzar metas como grupo.
La felicidad organizacional se basa en la psicología positiva cuyo enfoque es desarrollar las virtudes tanto de las personas como de la organización para alcanzar su máximo desempeño y tener éxito organizacional.
Anteriormente el enfoque estaba en lo que las personas tenían que mejorar y en las habilidades de las que carecían para subsanarlas, hoy la perspectiva es entender los recursos que ya posee cada colaborador para potenciarlos y optimizar su desarrollo profesional.
Tanto la felicidad organizacional como la psicología positiva son prácticas basadas en la misión, visión y la cultura de cada compañía. Es a partir de ahí donde se deben de empezar a introducir temas de trabajo por objetivos, prácticas de colaboración en equipo, prácticas de bienestar y empatía con los otros, temas de balance, de manejo del estrés, de pausas activas y reflexión, de retroalimentación positiva, de gratitud dentro de la empresa y de un liderazgo cercano con la gente.
La felicidad dentro de las empresas no son momentos, tiene mucho más que ver con procesos operacionales y con las condiciones de trabajo. ¿Y eso cómo se logra? Justamente proporcionando condiciones de trabajo adecuadas en términos de seguridad, flexibilidad y balance, lo que está muy relacionado con la búsqueda e implementación de políticas y procesos transparentes.
¿Qué se logra con ello? Cuando las personas son felices en su trabajo, están motivadas, se comprometen porque saben que tienen una meta, se sienten tomadas en cuenta y eso hace que sean más competitivas en el mercado, lo cual genera un crecimiento dentro de la empresa.
La felicidad organizacional permite crear equipos de trabajo mucho más sanos y colaborativos. Para implementarla primero es necesario responder a la pregunta ¿qué nos hace diferentes como organización? Una vez definida tu propuesta de valor y tu propósito, será momento de llevar a los colaboradores a través de una comunicación positiva.
Se pueden llevar a cabo varias de las actividades mencionadas líneas arriba y luego plantear las formas de evaluación pertinentes. Un monitoreo mensual sería buen punto de partida, así como aplicar esquemas de reconocimiento ligados a objetivos específicos. Al inicio los indicadores de felicidad serán el clima organizacional, las encuestas y evaluaciones de desempeño.
Desde luego esto no quiere decir “únete al club de los optimistas”, la idea es aprender a sacar provecho de lo bueno, pero igualmente de lo que no se hizo bien; dejar de buscar culpables y orientar las acciones a una mejora a través de la cooperación colectiva.