El primero es la educación. No nos enseñaron a manejar nuestro dinero en la escuela y eso nos hace tomar decisiones a prueba y error o con las recomendaciones de otras personas (que normalmente no tienen buenos resultados financieros). La educación que tenemos nos enseña a ganar dinero y el entorno a gastarlo, pero no a invertirlo. Por lo tanto, compramos cosas que pensamos que son inversiones, pero no lo son, como cosas de nuestro estilo de vida. Y si alguna vez invierten, hacen sin entender lo que están haciendo y después de perder su dinero, dejan de invertir.
El segundo obstáculo es el lenguaje. El lenguaje del dinero es sencillo pero por alguna razón las personas que se encuentran en la industria financiera lo hacen más complejo. Cuando no entiendes el lenguaje, no sabes si vas ganando o si vas perdiendo. Por lo tanto, las personas prefieren no jugar el juego.
El tercero es el contexto. Para poder invertir necesitas que tus ingresos sean superiores a tus gastos para poder ubicar una parte de tus ingresos en tus inversiones. Sin embargo, si revisamos la estructura socioeconómica del país, es muy fácil ver que una gran parte de la población está en modo supervivencia, otra menor parte está en modo estilo de vida y la minoría tiene la holgura necesaria para explorar las inversiones.
Sin embargo, la buena noticia es que los avances en el entorno han hecho que invertir cada vez sea más fácil por esta sencilla razón. Algunos de estos facilitadores son:
El acceso a la información. Como no tenemos una educación formal sobre finanzas, las personas suelen buscar por su cuenta como resolver sus temas de dinero. Las redes sociales y el acceso a la información han facilitado esta conversación mucho. En lo personal, después de más de una década de enseñar sobre este tema, en los últimos años he detectado una oleada de nuevas personas interesadas en conocer más sobre el manejo del dinero.