Hemos normalizado la pobreza

Cuando tenía tres años, vivía en una colonia con todas las comodidades, sin ver o vivir algún tipo de pobreza. Sin embargo, pasando una barranca detrás de la privada, veíamos lo que llamaban “casas paracaidistas” (casas de madera y láminas con cartón) y veías a una población viviendo en circunstancias de mucha pobreza.

Desde el momento en que conocí este lado de México fui marcado. ¿Por qué en mi familia teníamos todo y esas familias nada? ¿Por qué nacieron ellos en esa realidad y yo en esta?

Mis papás siempre nos educaron para ayudar al otro y, en muchas ocasiones, íbamos a esa misma comunidad a llevarles comida, juguetes o algo de dinero. Pero, rápidamente cuando crecí entendí que, aunque eso ayudaba, no era la solución. También me empecé a dar cuenta que esto era en todo el país, no solo en mi colonia.

Cincuenta años después sigue la misma pobreza y la enorme desigualdad en el país con la que crecí. Pasan los sexenios y cada presidente promete reducir estos niveles (tanto de pobreza y pobreza extrema), y aunque algunos han tenido avances, durante estos últimos años han existido grandes retrocesos.

¿Sabías que en la pandemia casi cinco millones de personas pasaron de la clase media a la de pobreza?

Este fenómeno lo puedes ver claramente cuando pasas por los puentes en la entrada a la colonia de Santa Fe (zona poniente en la CDMX), en donde se ve una clara división de México: en un lado puedes ver uno de los fraccionamientos más lujosos de todo el país y del otro lado el pueblo de Santa Fe con casas sumamente pobres.

No tengo ninguna queja con la riqueza. Si alguien gana dinero de forma honesta, con creatividad, emprendimiento, justicia social, ética y ayudando a los demás a tener trabajo, la riqueza no es algo negativo. Lo que es impresionante es la división entre las calles y la gran brecha de desigualdad que existe en este país.

Es una desigualdad que hemos normalizado, una pobreza con la que ya vivimos y tal vez nos ha dejado de impresionar.

Y esto, ¿qué significa?

Al ya no impresionarnos, no tenemos nada que nos empuje a actuar. Tampoco, tal vez, sabemos cómo hacerlo. Pero, la realidad es que cada uno de nosotros podemos hacer algo al respecto para erradicarla.

Un ejemplo de algo básico que cambia para bien la vida a las personas que nos ayudan en casa, es inscribirlos en el IMSS, que además es por ley. ¡Con eso se les da acceso al sistema de salud!

Algunos puntos básicos son:

1. La educación es básica desde los primeros años de cada niña y niño. Es lo que permite tener más oportunidades en un futuro y ha demostrado ser factor crucial en que una persona termine la preparatoria.

2. Existen factores adicionales que permiten que una persona salga de pobreza. Por ejemplo, para que la inversión llegue a los estados más pobres, se necesita llevar el gas o generar energía solar en estos lugares para que las empresas puedan funcionar y, con eso, lograr empleos, capacitación, dinero para la comunidad, etcétera.

3. Las empresas tenemos la responsabilidad de participar en este cambio, que no es rápido, pero debemos iniciar ya, con trabajos muy bien remunerados. Un gran ejemplo es tener a todos los empleados con Seguro Social, tener responsabilidad dentro de la empresa y asegurar justicia para todos.

4. Lo ideal para cualquier país es tener a la mayor parte de su población en clase media. Esto permite que haya más consumidores, mayores ventas de las empresas, generación de empleo, comunidades floreciendo, mejores utilidades y por lo mismo, pagar mayores sueldos, bonos y capacitación. Es un círculo virtuoso, que beneficia a la población, a las comunidades y a las empresas.

5. Solo la actividad productiva puede generar el cambio de forma sostenible.

6. Las familias deben sentir esta movilidad en su vida diaria, sus experiencias, en temas de educación, salud, seguridad social, estado de derecho, vivienda, internet, justicia, etcétera.

7. Debemos motivar a la población, jóvenes y niños a tener aspiraciones, a entender que existen millones de posibilidades y a que quieran superarse y luchen por ello, poniendo en sociedad los medios para que lo logren.

8. La inversión privada es complemento a la pública, pero la privada es el motor de crecimiento económico; solo las empresas podemos generar los millones de empleos que se requieren en México.

Dejemos de normalizar la pobreza. Debemos sentir el dolor de tener un país así y a comprometernos para cambiarlo.

Hay ejemplos de países que lo han logrado, como Dinamarca y Singapur.

Una frase que viene al caso, “La prueba de nuestro progreso no es que aquellos que tienen mucho tengan más, sino que quienes tienen poco tengan más”.

¡Por México, vale la pena!

Nota del editor: Mauricio Hubard es Fundador y Presidente de Juntos Financiera , estudió Relaciones Industriales en la Universidad Anáhuac del Sur, graduado de la escuela de Negocios de Harvard (Harvard Business School) en la maestría ejecutiva “Owners, President Management Program, OPM “ en la generación 34, es miembro activo del Harvard Alumni Association, ha tomado diversos cursos en esta escuela relacionados con Microfinanzas, Gobierno Corporativo, entre otros; Desarrollo de Instituciones Financieras en el JFK School of Goverment de Harvard, también de Responsabilidad Social de las Empresas por la Universidad de Stanford y el ESADE de Barcelona. Escríbele a hubardm@gmail.com. Síguelo en su cuenta de Twitter . Las opiniones expresadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

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