(Expansión) - Este año el salario mínimo aumentó 20%, pero la escalada de precios rondó el 8.2% de modo que, en términos reales, el aumento salarial fue solo de 11.8%. Ahora bien, este incremento benefició a 6.4 millones de trabajadores formales y solo fue aplicable a 24.5% de los trabajadores remunerados que ganan un salario mínimo y están en la formalidad, según informa la Secretaría del Trabajo y Previsión Social. Más aún, cifras de la Asociación Mexicana de Empresas de Capital Humano (AMECH) indican que menos del 1% de los trabajadores registrados ante el Instituto Mexicano del Seguro Social realmente verá reflejado el incremento.
¿Cómo pueden empresas y trabajadores luchar juntos contra la inflación?
Las estadísticas confirman que la gran pregunta sigue siendo: ¿qué pasa con los millones de mexicanos que no tendrán esa ventaja, pero sí seguirán resintiendo los embates de la inflación y la pérdida de poder adquisitivo? Todos los días vemos cómo nuestros ingresos alcanzan para menos, cómo aumenta el precio del huevo, la gasolina y eso no solo golpea el bolsillo de quienes viajan en automóvil, sino a todos los que consumimos bienes que son transportados a lo largo y ancho de las carreteras del país.
Hoy se ha vuelto un desafío para las familias subsistir con un solo ingreso, alguien más tiene que salir a trabajar y hay que poner en práctica cualquier técnica para hacer rendir más el dinero.
Hemos estado muy ocupados hablando sobre la NOM-037, la NOM-035 y el nuevo periodo vacacional de 12 días, todos aspectos positivos que favorecen el bienestar y el equilibrio de los trabajadores, pero en el día a día, ¿cómo puede haber balance si tu ingreso no puede competir con la inflación? La estabilidad económica tiene una correlación con la estabilidad emocional, no poder costear la canasta básica con tu sueldo actual genera preocupación y estrés. Olvidamos la cruda realidad mientras defendemos los días extra de vacaciones, ¿más días libres para qué?, ¿para ir a buscar un segundo empleo?
Cuando un trabajo no te brinda ni siquiera la posibilidad de pagar tus gastos cotidianos sin temor de no llegar a la quincena, no podemos hablar de equilibrio personal, integración familiar ni social.
Por fortuna, hay acciones que se pueden poner en práctica, tanto por parte de empleados, como de empleadores, para hacer frente a la situación.
Recomiendo ampliamente iniciar un registro de gastos mensuales para identificar los gastos hormiga que no sabías que tenías. Por ejemplo, siempre me ha parecido caro el café de las cadenas comerciales, así que conscientemente hice el ejercicio de prepararme el mío en casa. En mi opinión, suprimir los lujos, como el cafecito matutino o ‘la chuchería’ de los viernes no es sostenible en el tiempo, pero sí es factible reducir los gastos recurrentes que entran más en la categoría ‘deseo’ que ‘necesidad’. En mi balanza vale más autoproveerme estabilidad emocional y financiera, que no consumir un café alto. Tú decides qué puedes sacrificar de vez en cuando en pro de tu bolsillo.
Otra estrategia es incluir el ahorro dentro de tus gastos –o de tu presupuesto si ya tienes un nivel avanzado de manejo de finanzas personales–. Los especialistas en esta materia sugieren ahorrar el 10% de tus ingresos, pero en un entorno como el que atravesamos, ya es muy útil meter al cochinito lo que dejaste de gastar en 10 cafés al mes o la morralla que se quedó en tu bolso esta semana.
Finalmente, sugiero priorizar la estabilidad y la creatividad para combatir el estrés financiero. Como madre, entiendo que anhelamos darle a los hijos lo mejor, una escapada al cine o al parque de diversiones cada fin de semana, pero eso no siempre es posible. Es mucho mejor practicar manualidades juntos o planear un paseo en bicicleta por el parque, no pongas tu salud emocional en riesgo por cosas que no representan una prioridad financiera, lo primero es el bienestar personal y familiar.
Las empresas también tienen alternativas frente al complicado escenario que impera. En efecto, no todas podrán ofrecer un aumento salarial del 20% para compensar el poder adquisitivo de sus colaboradores –aunque sí deberían hacerlo en la medida de sus posibilidades– pero sí pueden emprender acciones específicas para generarles ahorros, como implementar o aumentar los días de home office, crear programas para ayudar a los trabajadores a cuidar mejor de su dinero o incluso encontrar actividades recreativas amigables para la cartera.
En nuestra empresa, vimos cómo nuestros colaboradores padecieron al inicio de la pandemia la dificultad de tener que comprar una computadora o una tablet ante la falta de herramientas para trabajar desde casa, lo que hicimos fue recuperar, actualizar el equipo que se había quedado olvidado en la bodega y ofrecerlo a nuestro equipo, reduciendo o eliminando en algunos casos el gasto que hubieran tenido que hacer. Hablamos de algo que sucedió hace más de dos años, pero desde mi perspectiva, este tipo de estrategias llegaron para quedarse.
Al final, todos estamos en el mismo barco y navegamos hacia el mismo puerto, por qué no buscar formas de ayudarnos mutuamente en medio de la tormenta y la mejor forma de llegar a donde queremos.
Nota del editor: Estrella Vázquez es directora general de Factor RH y especialista en desarrollo de capital humano. Síguela en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente a la autora.
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