Un ambiente laboral desfavorable, con falta de información interna combinada con el acceso a las redes, puede eventualmente convertir a cada empleado en un vocero que ponga en entredicho la calidad, responsabilidad y prestigio de una empresa.
Hace algunos años, una conocida compañía de tecnología enfrentó quejas de sus empleados a través de las redes sociales en donde expresaban que la vida laboral en dicha empresa no era color rosa. Varios desarrolladores de software, fuentes anónimas e ingenieros y exempleados de la empresa expresaron su experiencia negativa en frases como: “me trataban como basura”, “ha sido mi peor experiencia laboral”, “serví a dos de los peores jefes que he tenido”, “nunca hubo instrucciones claras y no había retroalimentación; todo había que adivinarlo”.
El problema no es solo que surjan comentarios, sino que todos ellos son considerados por quienes eventualmente aspirarían a entrar a trabajar a alguna de estas empresas. Según datos de un portal especializado en procesos de Recursos Humanos, de 7,200 profesionistas interesados en cambiar de empleo, el 28% recurre al personal interno y extrabajadores para conseguir información, un 26% se inclina por pedir referencias entre sus conocidos y el 19% se informa en los sitios de internet previo a la toma de una decisión de cambio de empleo.
La razón es sencilla: quienes trabajan o han trabajado en una empresa conocen su realidad y pueden orientar sobre datos como: clima laboral, capacitación, planes de carrera, apertura a la comunicación o si la realidad corresponde a lo que les informaron en el proceso de inducción. Desde luego, cada quien habla desde su personal experiencia, pero cuando es evidente que el ambiente laboral es desfavorable, que hay inconsistencia entre los valores corporativos y su vivencia al interior, y, específicamente en cuestión de comunicación, falta información, la comunicación es sesgada –especialmente ante alguna crisis– y se da más hacia el exterior que hacia el interior, las opiniones no pueden ser favorables.
Cuando trabajé para una empresa internacional de la industria de bebidas y botanas, me encontré con el reto de integrar un sistema de comunicación debido a la desarticulación existente entre todas las vicepresidencias, en donde cada una parecía ser una empresa diferente.
Lo importante era crear un concepto medular integral del cual se desprendiera toda la comunicación a través de diferentes canales diseñados ad hoc, a partir de la información que cada vicepresidencia necesitaba transmitir, y que permitiera que los empleados en todos los niveles y áreas de la corporación estuvieran puntualmente informados por la propia empresa y no por agentes externos.