Que tu jefe les dé una plática no los entrena para enfrentar ese momento de verdad. Tu jefe está desperdiciando una de las capacidades más potentes de nuestro cerebro, la cual a mí me impactó mucho cuando leí por primera vez El futuro de la mente, del científico y divulgador norteamericano de origen japonés, Michio Kaku. Esa característica es la capacidad de imaginar qué hace de nuestra mente el simulador más potente del universo.
Si tuviera ese conocimiento, ¿qué hubiera podido hacer tu hipotético jefe? Piensa en esta escena: tu jefe presenta en la junta los cinco cambios en el esquema de los proveedores en bullets, en una sola lámina, no se entretiene ni 10 minutos. Luego te dice: Imagina que yo soy el proveedor, plantéamelo.
Y tú empiezas a hablar, te trabas, te das cuenta que no sabes cómo entrarle al tema, pero no importa porque estás haciendo una simulación, aquí se vale equivocarse, volver a hacerlo, escuchar los consejos de tus colegas. Luego ellos hacen el ejercicio y cada que van repitiendo la escena lo hacen mejor.
Un simulador es una reproducción de la escena que viviremos en el futuro, no es real, pero aunque no sea real, nuestra mente aprende igual que la de un astronauta que no puede entrenar en Marte o la Luna, o que un deportista que simula las condiciones más parecidas a su reto, para que su cuerpo y mente mejoren y aprendan cómo resolver cualquier cosa que se presente.
Es cierto que la ciencia y la tecnología avanzan a pasos agigantados, pero nuestro cerebro es una computadora con capacidades impresionantes.
Tú en este momento puedes imaginarte un plato de chilaquiles con queso y crema de rancho, que te los comes en una cabaña en el bosque, puedes sentir que estás ante el aire fresco y alcanzar a sentir el placer de desayunar con la brisa del amanecer en la montaña. Tu imaginación puede reproducir la escena, puedes escuchar tu canción favorita sin darle play al reproductor, y cuando lees un texto como este, puedes encender tu película mental con un grado de precisión sorprendente.
Antes de leer a Kaku yo sabía que podía recordar olores, texturas, sabores, lo que no sabía es que esto tuviera tanta utilidad. Con el tiempo he aprendido a acompañar personas a recrear escenas, principalmente del futuro.
Vas a negociar con un cliente.
Vas a enfrentarte con una persona que quiere demandarte.
Vas a hacer una presentación ante un contexto retador.
Vas a dar una mala noticia.